Son necesarias prohibiciones a este canal potencial de transmisión de zoonosis.
«La propagación de esta enfermedad NO es culpa de los animales, sino de lo que hacemos con ellos, con el ecosistema en el que viven y de cómo los juntamos y manipulamos de manera desconsiderada y cruel en un ambiente artificial». Se puede decir más alto pero no más claro que con esta advertencia de la Fundación Faada.
La Fundación Faada recordaba estos días el consenso científico alrededor de la procedencia del Covid-19 en el mercado de Wuhan, donde se vendían todo tipo de animales vivos: marmotas, aves, perros, cerdos, tejones, conejos, murciélagos, serpientes, cigarras, escorpiones, ratas de bambú, ardillas, zorros, salamandras, tortugas, cocodrilos, pangolines, civeta, etc. «Todos allí como producto del tráfico ilegal. Todos abarrotados en jaulas llenísimas una junto a la otra: una mezcla perfecta de posibles enfermedades infecciosas». Estos mercados acostumbran a definirse como «húmedos» porque los animales se suelen sacrificar frente a los clientes y son desollados «enviando» un cóctel de microorganismos al aire. La exposición a gotitas respiratorias, heces o fluidos corporales de animales, o de cadáveres y carne cruda, brinda muchas oportunidades para que nuevas cepas de virus infecten a los humanos.
La explosión mundial de la actual pandemia ha llevado a que se decretasen duras medidas para estos mercados de vida silvestre aunque, fundamentalmente, en lo referido al uso de toda esta fauna como alimento. «Una buena noticia, sin duda. Pero al mismo tiempo, el Gobierno chino no ha prohibido la otra gran vía de contacto entre humanos y animales salvajes: el comercio de animales vivos para su uso en la medicina tradicional», recuerda Faada. En Diario.eco hemos denunciado a menudo este tipo de prácticas irracionales que ponen en peligro crítico a cientos de especies animales en todo el mundo. Uno de los más recientes casos que traíamos a estas páginas era la masiva matanza de burros en todo el mundo para abastecer el mercado de la sustancia denominada ejiao. Rinocerontes, tigres, elefantes, pangolines o tortugas son ejemplo de otras especies que sirven de fuente para la elaboración de mal llamadas «medicinas» que satisfacen todo un mercado de supersticiones variadas.