
«El Comité de la International Federation of Gynecology and Obstetrics (FIGO) sobre Salud Ambiental Reproductiva y del Desarrollo aboga por minimizar o eliminar las exposiciones a tóxicos que tienen el potencial de causar daño a la salud reproductiva y al desarrollo humano en particular y a la salud humana en general. Respaldamos firmemente el Principio de precaución de que «cuando una actividad plantea amenazas de daño a la salud humana o al medio ambiente, deben tomarse medidas de precaución incluso si alguna relación de causa y efecto no está completamente establecida científicamente«. Recomendamos que la exposición al glifosato en las poblaciones termine con una eliminación global completa». Así lo resumía, la profesora Linda Giudice, presidenta del citado comité de Salud Ambiental Reproductiva y del Desarrollo de la Federación Internacional de Ginecología.
«Recomendamos que la exposición al glifosato en las poblaciones termine con una eliminación global completa»
El colectivo que agrupa internacionalmente a los profesionales de esta área médica considera que en los últimos quince años se ha acumulado un creciente conjunto de pruebas al respecto. Citan entre otros la revisión en el aumento de las tasas de cáncer, trastornos del desarrollo neurológico, resultados del embarazo o defectos de nacimiento analizados. Y recuerdan que existe evidencia que respalda el efecto de las exposiciones químicas en la salud. Los productos químicos en las mujeres embarazadas, subrayan, pueden atravesar la placenta y, como con el metilmercurio, acumularse en el feto para tener secuelas duraderas.
Por este motivo, invocan el «Principio de precaución» y reclaman una prohibición completa del glifosato. «Nuestra prioridad debe ser establecer la seguridad, ahora y de generación en generación, frente a la exposición a productos químicos», señalan en un comunicado. Desde FIGO lamentan además el «problema inherente de la política actual» que rige la producción de muchos tipos de productos químicos. «Se liberan al medio ambiente y depende del público, los científicos de interés público y los médicos probar el daño antes de eliminar los productos químicos del mercado», critican. «Comparen este enfoque con el de la industria farmacéutica, que debe demostrar su seguridad antes de ser utilizada por el público», recuerdan. Mientras, paradójicamente, altas cantidades de residuo de este contaminante glifosato siguen encontrándose en los productos alimentarios, incluídos productos como cereales infantiles.
Los gobiernos actúan lentamente aunque las evidencias contra el glifosato se acumulan
En 1985, el glifosato fue categorizado como carcinógeno de Clase C por la Agencia de Protección Ambiental. La clase C indica que hay evidencia sugestiva de causar cáncer. En 1991, la EPA cambió la clasificación a E, evidencia de no carcinogenicidad en humanos.
En 2015, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) lo clasificó (2A) como probablemente cancerígeno para los humanos. IARC tiene un proceso de revisión científica que se centra en la independencia, el acceso a los datos y la transparencia con la participación del comité científico de IARC y la observación, pero no la participación de muchos grupos (industriales y no industriales). IARC analizó la investigación en animales, el daño en el ADN y el cáncer.
En 2015, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria publicó un informe que concluyó que era poco probable que el glifosato representara un riesgo cancerígeno para los humanos y propusieron una nueva medida de seguridad que reforzará el control de los residuos de glifosato en los alimentos. No obstante, un informe independiente encargado por tres grupos del Parlamento Europeo, Socialistas, Verdes e Izquierda Unitaria, puso en cuestión la credibilidad de ese presunto estudio de la EFSA. Y es que se comprobó, para escándalo de la comunidad científica, que más del 70% del informe de EFSA eran datos directa y literalmente copiados de un dossier de la propia empresa Monsanto, fabricante del producto.
El metaanálisis más reciente sobre el glifosato ha sido publicado en 2019 y afirma que existe un vínculo convincente entre el linfoma no Hodgkin y el glifosato. El alto número de evidencias presiona para una prohibición completa del uso del glifosato. Un significativo paso reciente en esa dirección ha sido el de Alemania.