Cereales infantiles contaminados por herbicida causante de cáncer

Uno de los cultivos receptores más habituales es el maíz Roundup ready y la soja modificados geneticamente con el fin de que puedan resistir a este herbicidaPolémica en Estados Unidos por la abrumadora presencia de glifosato en productos de alimentación.

El colectivo estadounidense Environmental Working Group (EWG) realizó recientemente una selección aleatoria de cereales a base de avena y aperitivos comunmente usados sobre todo en los desayunos de los más jóvenes. De un total de 21 productos que fueron sometidos a análisis, practicamente todos, 17 de los 21, contenían elevados niveles de glifosato. De hecho, en todos los casos se trataba de niveles de este herbicida tóxico por encima de los márgenes de seguridad considerados por los expertos consultados.

Anualmente alrededor de 114 millones de kilos del conocido como glifosato son rociados en los cultivos de Estados Unidos. Uno de los cultivos receptores más habituales es el maíz Roundup ready y la soja modificados geneticamente con el fin de que puedan resistir a este herbicida. Pero también, y cada vez más, otros cultivos como el trigo, la cebada, la avena y muchos otros cultivos no modificados geneticamente son tratados con el glifosato. El glifosato es usado sobre todo para controlar otras hierbas y maleza que compiten con la planta principal, o incluso para secar y eliminar la planta y facilitar los procesos de recolección.

No es una novedad la polémica acerca del uso de este herbicida al que los colectivos ambientalistas han puesto en su diana desde hace tiempo y es objeto de constantes campañas para solicitar su retirada. En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud, clasificó el glifosato como «probablemente cancerígeno» para las personas.

Uno de los cultivos receptores más habituales es el maíz Roundup ready y la soja modificados geneticamente

Contaminación grave, según los ambientalistas, legal según las empresas

No es la primera vez que EWG realiza estas analíticas. En agosto y octubre del año pasado se realizaran las primeras pruebas, que resultaran igual de desoladoramente concluyentes: 74 de un total de 94 muestras tuvieron en aquella ocasión niveles de glifosato por encima del subrayado como peligroso por los técnicos de EWG.

Según el informe realizado por la asociación, un nivel de 160 partes por millón sería el límite de peligro para la salud de niñas y niños. Pero sorprendentemente, los productos recogidos de los estantes de los supermercados llegaron en algún caso a indicar en sus analíticas hasta 833 ppb. Es decir, subraya EWG, con sólo una porción de 60 gramos de alimento, un menor ya ingiere la dosis máxima a partir de la que rebasaría el límite de seguridad. EWG ha emitido esta misma semana un comunicado dirigido al Centro de Control de Enfermedades y Prevención de los Estados Unidos para que monitorice los efectos del glifosato en la población.

La empresa propietaria de la marca que ha revelado mayores niveles de contaminación es objeto de una campaña de presión que han firmado ya miles de personas, pero no ha aceptado todavía eliminar el glifosato de sus productos. La presión es creciente sobre las empresas que usan el producto ya que, por ejemplo, en 2017 el Estado de California lo ha calificado ya como «causante de cáncer» a través de su Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud. Y ésta es de hecho la base de una reciente sentencia californiana que ha condenado a la multinacional Bayer-Monsanto a pagar más de 2.000 millones de dólares después de probarse que el glifosato había provocado un linfoma no Hodgkin en cuatro personas que usaron el producto comercial Roundup.