Luego de la prohibición en Austria, la próxima en Francia y las millonarias indemnizaciones que la propietaria del herbicida está pagando en EEUU.
A comienzos de julio de 2019 el Parlamento de Austria confirmaba un histórico éxito en la lucha contra el herbicida tóxico glifosato. Por amplia mayoría, salía adelante la moción que prohibía el uso de esta sustancia en el país. Una medida que los partidarios de la utilización de este tóxico todavía ponen en cuestión. El atajo legal con el que tratan de justificar que se siga usando es el permiso a nivel europeo al tóxico, renovado por la UE durante cinco años y que no expirará hasta finales de 2022.
Otros países han iniciado también una serie de restricciones al uso del glifosato y, en particular, Francia avanza también hacia su prohibición en 2023. Pero ningún movimiento es tan significativo como el que se ha producido en Alemania esta semana. El gobierno alemán ha decidido allí que el glifosato quede totalmente prohibido el 31 de diciembre de 2023. Una decisión con un valor añadido, ya que la propietaria y fabricante de la sustancia es Bayer, después de adquirir la empresa Monsanto. El hecho de que el país de origen de la poderosa empresa haya dado este paso es tan inesperado como importante.
Para que esto suceda ha sido decisiva la presión ciudadana y de los diferentes colectivos ambientales que se han movilizado durante años reclamando la prohibición. La decisión ha sido contestada por asociaciones de agricultores, ya que este veneno es un recurso barato y efectivo para la agricultura intensiva en los campos. Bayer ha manifestado también que el producto es seguro y «una herramienta importante para garantizar tanto la sostenibilidad como la productividad de la agricultura». Además, la Asociación Alemana de la Industria Química opina que la reforma alemana choca con la legislación europea que permite el uso del glifosato.
La empresa dispuesta a resolver las demandas por cáncer a golpe de talonario
Las sucesivas condenas a Monsanto (como comentamos, ahora integrada en Bayer) por parte de tribunales estadounidenses y por valor de muchos millones de dólares llegaron a castigar gravemente en bolsa al emporio, que perdió hasta casi un tercio de su valor.
Así que, la prensa económica destacaba a mediados de agosto que Bayer estaría dispuesta a pagar hasta más de 7.000 millones de euros para cerrar los miles de demandas abiertas por el glifosato. Un anuncio que hizo recuperar rápidamente valor en los mercados a la empresa. Paradójicamente, y pese a los abrumadores datos (se ha probado la masiva contaminación por glifosato en alimentos infantiles) y sentencias, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) se ha negado a aprobar la inclusión de etiquetas de advertencia que afirmen que el herbicida glifosato causa cáncer.