No poco complejo asoma el debate y la búsqueda de puntos de encuentro en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) que se celebra en Ginebra entre los días 17 y 28 de agosto.
A un foro como el CITES que debe adoptar decisiones y resoluciones consensuadas sobre muy diversos temas relacionados con la biodiversidad se llega con muy diferentes posturas de partida. De hecho, la poderosa delegación de Estados Unidos desembarca en la reunión con una preocupante actualidad respecto a su compromiso con la protección ambiental. Y es que es noticia que la administración Trump ha informado de que recortará la Ley de Especies en Peligro. Se trata de una norma con casi medio siglo de historia cuya modificación, advierten los ambientalistas, pondrá en peligro muchas especies de animales y plantas.
Otra patata caliente en la reunión de la CITES estará relacionada con el respeto a las poblaciones indígenas. Por un lado, el programa de objetivos de la conferencia expone que quiere debatir las oportunidades para fomentar el papel de las comunidades indígenas, locales y/o rurales en los procesos de adopción de decisiones de la CITES. Un tema que será no poco polémico frente al discurso que actualmente sostiene el gobierno de Brasil y que ha causado ya graves incidentes en el país por los ataques a las comunidades indígenas brasileñas. Sin olvidar que Brasil también es actualidad por la devastación sin precedentes del tesoro ambiental amazónico.
Desacuerdo sobre la protección de los elefantes
Otro grave campo de enfrentamiento en la reunión tendrá que ver con la protección de los elefantes. Hace ya casi tres décadas que se resolvió imprescindible pasar al nivel de máxima protección al elefante africano, debido a que la caza furtiva redujo considerablemente sus poblaciones. Posteriormente, Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe consiguieron que se autorizasen sus ventas de marfil a China y Japón, alegando que tenían poblaciones de elefante más protegidas. Ahora quieren incluso ahondar en esa estrategia.
Al contrario, un grupo de 10 países adopta un enfoque diferente al proponer que las poblaciones de elefantes de Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe se transfieran del Apéndice II al Apéndice I. Estos países son Burkina Faso, Cote d’Ivoire, Gabón, Kenya, Liberia, Níger, Nigeria, Sudán, Siria y Togo. Sobre la mesa tendrán que hacerse valer entonces las evaluaciones que sobre la caza furtiva de elefantes y el comercio ilegal de marfil ha realizado el organismo internacional.