
Una exitosa élite de «guerreras» por la naturaleza formada en Zimbabue.
En el área protegida de Phundundu en el ecosistema del Bajo Zambezi de Zimbabwe, se ha desarrollado un innovador y exitoso programa, liderado por mujeres. Se trata de un enfoque alternativo al paradigma tradicional, trabajando en estrecha colaboración con la población local para garantizar beneficios a largo plazo de sus propias comunidades y la naturaleza circundante.
Según relatan desde la Fundación Internacional contra la caza furtiva, las mujeres del grupo denominado Akashinga (en la lengua local, «Las valientes»), han demostrado ser una eficaz fuerza de guardas ambientales. En una amplia área que cubre varias reservas naturales de extraordinaria importancia, controlan la actividad de los cazadores furtivos, arrestándolos cuando son detectados.
Akashinga es un ejemplo de inserción social
El proyecto es además un excelente ejemplo de inserción social, que ha logrado integrar a numerosas mujeres huídas de maridos maltratadores y de situaciones de abuso. Su promotor, el australiano Damian Mander, había trabajado en el sector de la seguridad privada en países como Irak y dio un giro a su vida al frente de esta fundación. Entre los mayores éxitos del grupo Akashinga está la lucha contra la caza ilegal de elefantes y el tráfico de marfil. El escuadrón de élite formado por mujeres, y que muchos veían con escepticismo en sus inicios, ha demostrado ser una iniciativa exitosa donde mujeres procedentes de ámbitos complicados o directamente marginales, «contribuyen a salvar la naturaleza y a si mismas».
«Este trabajo no es para ti. Nunca ha sido ¡Vuelve a casa donde perteneces!». Así relatan desde la Fundación el suceso en el que un grupo de hombres borrachos gritaba a las primeras mujeres involucradas en el proyecto. Pero estas pioneras no desfallecieron, y estaban acostumbradas a agresiones mucho peores que unos simples gritos. La selección se abrió exclusivamente a madres solteras desempleadas, esposas abandonadas, supervivientes de abuso sexual y físico, esposas de cazadores furtivos en prisión, viudas y huérfanos. Al hacerlo, se creó la oportunidad para las mujeres más vulnerables de la sociedad rural. Desafiando el ridículo y el estereotipo, aprovecharían la oportunidad y regresarían a casa como guardabosques.
Desde la Fundación subrayan que una mujer con un salario en el África rural invierte hasta 3 veces más que un hombre en su familia. El 62% de los costos operativos del modelo Akashinga van directamente a la comunidad local, con hasta el 80% a nivel de hogar en manos de las mujeres, convirtiendo la conservación en un proyecto comunitario. Akashinga tiene como objetivo llegar a reclutar hasta a 1000 mujeres, protegiendo una red de 20 antiguas reservas de caza para 2025.