Va a ser difícil hacer cumplir la ley, comentaba un biólogo para el diario local Malay Mail, porque vender y comer huevos de tortuga es parte de la cultura local. Y es que entre otras cuestiones, la tradición popular les otorga en Malasia presuntos poderes afrodisíacos. Pero las autoridades locales de Terengannu, estado perteneciente a Malasia, se proponen prohibir este comercio.
En las últimas décadas el número de tortugas en el área de Terengannu ha descendido drásticamente. Grupos ambientalistas han venido presionando, hasta ahora sin éxito, pero el estado seguía permitiendo su venta en los mercados y entre la población se han venido considerando sus huevos como un manjar. Un consumo que no sólo busca los huevos, sino también la carne del animal y que mantiene un desenfrenado despliegue de caza furtiva.
El hecho de que el viaje de las tortugas hasta las playas del noreste de Terengganu para depositar sus huevos y el consiguiente nacimiento de las crías se haya convertido en un admirado espectáculo para el turismo, ha influído también en la decisión, ya que cada vez llegan menos ejemplares. El comercio con la tortuga laúd (Dermochelys coriacea) ya había tenido que ser frenado por el acusado descenso de la especie. Ahora la protección se extenderá las especies de tortuga carey (Eretmochelys imbricata), tortuga golfina u olivácea (Lepidochelys olivacea) y tortuga verde (Chelonia mydas). Una buena noticia en un mundo donde la mayoría de especies de tortuga afrontan peligro de extinción.