
Fracaso en el intento de proteger el 10% de la superficie marina.
«El Mediterráneo es uno de los puntos calientes de la biodiversidad marina mundial en el que confluyen fuertes presiones demográficas y numerosas actividades marítimas. Los líderes del Mediterráneo deben hacer de la protección de la biodiversidad una prioridad política y comprometerse a proteger de manera efectiva al menos el 30% del Mediterráneo. Proteger este mar es protegernos a nosotros». Lo subraya el informe de WWF que hace balance de las cuatro décadas desde que, en 1976, se adoptó el llamado Convenio de Barcelona. Un acuerdo adoptado en aquel entonces para prevenir y gestionar los riesgos producidos por la contaminación y proteger la biodiversidad marina en el Mediterráneo.
Proteger este mar es protegernos a nosotros
WWF analiza que los gobiernos han fracasado en proteger el Mediterráneo, amenazado por las previsiones de crecimiento de sectores económicos como el aumento del tráfico marítimo internacional, la multiplicación de los contratos de petróleo y gas en alta mar o el aumento del turismo, entre otros. «El Convenio de Barcelona ofrece a los gobiernos mediterráneos, tanto de la cuenca europea como africana, una herramienta única y útil para trabajar juntos, sin embargo, necesita un cambio transformador», apunta Óscar Esparza, experto en áreas marinas protegidas de WWF España.
Oportunidad para enmendar compromisos y actuar para proteger el Mediterráneo
Los países de la cuenca mediterránea han fracasado en su compromiso de proteger el 10% de la superficie marina. Pero la próxima reunión que se celebrará en Nápoles desde el 2 hasta el 5 de diciembre, es una oportunidad para poner un punto de inflexión a esta situación grave. WWF solicita a los gobiernos que incrementen sus inversiones recursos y esfuerzos para no perder este espacio marino único y a sus especies, gravemente amenazadas por la sobreexplotación, la destrucción de sus hábitats, la contaminación y el cambio climático.
El nivel de compromiso a día de hoy es desigual entre países. Por un lado estarían países que han designado amplias superficies de espacios marinos protegidos, pero cuyas medidas de gestión son aún insuficientes o inadecuadas para garantizar su conservación y protección. Es el caso de Croacia, Italia, Eslovenia y España, cuya retórica es positiva aunque sus compromisos son de momento «papel mojado». Un segundo nivel lo ocupan países como Albania, Argelia, Chipre, Israel, Marruecos, Montenegro, Eslovenia y Turquía, que han limitado sus esfuerzos de gestión a unas pocas áreas. Y en último lugar, países como Egipto, Líbano, Siria, Túnez y Mónaco, que no han puesto en marcha ningún plan de seguimiento en ninguna de las áreas.