
La ONU subraya que transformar la alimentación mundial es imprescindible para combatir la emergencia climática.
La reunión en Ginebra del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas ha conseguido una inédita visibilidad esta semana. Esto es una buena noticia. Las reflexiones e informes de los científicos ganan peso en la agenda mediática. El siguiente paso es que esas recomendaciones y estudios calen en la sociedad. Y el objetivo fundamental es que, de una vez por todas, sean tenidas en cuenta realmente por los responsables políticos. El planeta necesita que las políticas y estrategias de las administraciones tengan en cuenta las serias advertencias de la ciencia.
En ese sentido, sería bueno matizar un poco los primeros titulares que al respecto de este informe hemos visto abriendo algunos informativos. No es correcto decir que la ONU pide que el planeta y sus habitantes «se pongan a dieta». Muy al contrario. Esa expresión parecería sugerir que los científicos nos piden algo excepcional o que nos piden renunciar a lo razonable. Pero esto no es así, ningún informe está solicitándole al ser humano que renuncie a nada imprescindible ni que haga dietas ni esfuerzos excepcionales.
En realidad, la idea que se pone encima de la mesa es volver al sentido común. El informe sobre Suelos y Cambio Climático aprobado por los expertos reunidos es sutil y quizás a veces muy diplomático, pero suficientemente claro al respecto. De hecho, varios de sus responsables se han pronunciado con mayor contundencia de forma paralela a los documentos oficiales. El desafío de la crisis climática exige transformar el modelo de gestionar las tierras y producir alimentos que se ha impuesto en las últimas décadas. Porque es un modelo insostenible.
El desafío de la crisis climática exige transformar el modelo de gestionar las tierras y producir alimentos que se ha impuesto en las últimas décadas. Porque es un modelo insostenible.
Necesitamos una alimentación basada en cantidades razonables, con más vegetales y menos carne
Practicamente un 30% de todos los alimentos que se producen en el planeta no se consume. Se desperdician, se tiran, se pudren, se pierden. Y el esfuerzo y consumo de recursos que se pone en juego para producirlos es ingente. Cuando menos un 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de esa absurda e intensiva producción.
Los expertos convocados por la ONU trazan un mapa claro de la gravedad de la situación. Advierten que la opción alimentaria hegemónica sobre todo en el primer mundo hoy en día requiere de un exagerado consumo de recursos. Y la lucha contra la crisis climática requerirá un fuerte viraje. El futuro para el planeta pasas por una disminución del exagerado consumo de carne, que exprime de agua y recursos. De este modo, será necesario una alimentación más basada en alimentos de origen vegetal.
El informe recuerda que los cambios en los patrones de consumo han contribuido a que alrededor de 2 mil millones de adultos tengan sobrepeso u obesidad. Y paradójicamente, al mismo tiempo, se estima que 821 millones de personas aún sufren de desnutrición. El impacto de este sistema de producción disminuye la biodiversidad y deteriora los suelos. De hecho, reduce la capacidad de estos de ayudar en la regulación del CO2 atmosférico.
¿Cómo cambiar a modelos de producción más sanos y sostenibles?
El informe del IPCC da un amplio abanico de pinceladas clave a los problemas que afronta el planeta. La principal exigencia es el cambio en el modelo de producción alimentaria.
Para aventurar una aplicación práctica de las líneas maestras de las recomendaciones de Naciones Unidas es fácil fijarse en documentos complementarios como el del World Resources Institute. Este informe, que comentábamos recientemente en Diario.eco, agitaba no hace mucho la actualidad bajo el título «Creando un futuro sostenible para la alimentación». En él se habla por ejemplo de cómo cambiar a dietas más sanas y sostenibles. Especialmente se comenta la necesidad de reducir el consumo de carne de rumiantes. Y se habla, por ejemplo, de recortar hasta casi un 50% el consumo de carne.