
En veinte años las muertes infantiles se han reducido a la mitad y las maternas en un tercio.
«En todas las partes del mundo los nacimientos marcan momentos felices. Sin embargo, cada 11 segundos un nacimiento supone una tragedia familiar». De esta forma llamaba la atención Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF, sobre las todavía graves deficiencias en atención maternoinfantil que sufren muchas personas en todo el mundo.
«Contar con asistencia cualificada para ayudar a las madres y recién nacidos durante el parto, además de agua salubre, una nutrición adecuada y los medicamentos y vacunas básicos puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Hemos de hacer todo lo que esté en nuestras manos para invertir en la cobertura sanitaria universal y salvar estas valiosas vidas», expresó la experta del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

El poder de la cobertura sanitaria universal
No obstante, la parte positiva es que desde el año 2000, el número de menores fallecidos se ha reducido casi a la mitad, y el de muertes maternas se ha reducido en un tercio. Esta evolución de las cifras durante casi dos décadas fue posible gracias a las mejoras en el acceso a servicios de salud asequibles y de calidad. La planificación y voluntad política de inversión en atención sanitaria de calidad es la clave allí donde las cifras han mejorado.
«Ese es el poder de la cobertura sanitaria universal», subrayó Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud. «En los países que ofrecen servicios de salud seguros, asequibles y de calidad para todos, las mujeres y los niños sobreviven y salen adelante». Pero en cualquier caso, obviamente la situación no es la mejor en docenas de países en todo el mundo, donde millones de niños y madres han muerto en ese período. En concreto, sólo en 2018 fallecieron 6,2 millones de niños menores de 15 años, y más de 290.000 mujeres murieron debido a complicaciones durante el embarazo y el parto en 2017. Fijándonos estrictamente en las muertes infantiles, un total de 5,3 millones ocurrieron en los primeros 5 años de vida, y casi la mitad de ellas en el primer mes de vida.
El África subsahariana mantiene las tasas más elevadas de mortalidad infantil
Países de Asia oriental y sudoriental aparecen en la estadística como los que han logrado mejores avances, indicando tasas del 80% de reducción en las muertes de niños menores de 5 años. También reducciones de hasta el 38% desde el año 2000 en mortalidad materna. Un informe de la OMS destaca casos concretos en todo el mundo como los de Bielorrusia, Bangladesh, Camboya, Kazajstán, Malawi, Marruecos, Mongolia, Rwanda, Timor-Leste y Zambia, entre los que mejor evolución han demostrado en materia de atención sanitaria en este ámbito.
En el lado contrario está el caso del África subsahariana, donde los niveles de mortalidad materna son casi 50 veces más altos, y los hijos de estas mujeres tienen 10 veces más probabilidades de morir durante el primer mes de vida. De hecho, en 2018, 1 de cada 13 niños del África subsahariana murió antes de cumplir 5 años. Un riesgo que es 15 veces mayor que el que corre un niño en Europa, donde solo 1 de cada 196 niños muere antes de los 5 años. Otro ejemplo: las mujeres del África subsahariana corren a lo largo de la vida un riesgo de morir durante el embarazo o el parto de 1 entre 37. En cambio, el riesgo que corre una mujer en Europa es de 1 entre 6500.