
«Estamos a las puertas de una gran crisis alimentaria y, a pesar de las advertencias, los gobiernos están siendo terriblemente tibios».

- Investigadores de renombre internacional como Fernando Valladares (CSIC) o Marta Rivera Ferre (CSIC) se reunieron con los medios de comunicación en Madrid para comunicar la urgencia de actuar tras la publicación del último informe del IPCC de Naciones Unidas.
- Este evento se engloba en la semana de acciones en más de 25 países del movimiento internacional de científicos contra la crisis climática «Scientist Rebellion».
El martes 5 de abril de 2022 se celebró una rueda de prensa en la que científicos de renombre han juzgado necesario emplear la desobediencia civil noviolenta ante el panorama desolador que analiza la tercera y última parte del informe IPCC sobre el cambio climático de Naciones Unidas, el principal estudio internacional en esta materia.
Realizada en la Sala de Juntas del Círculo de Bellas Artes de Madrid, los científicos Marta Rivera Ferre (CSIC, IPCC), Fernando Valladares (CSIC), Agnès Delage (catedrática de la Universidad de Aix-Marsella), Elena González Egea (astrofísica) y el periodista especializado en clima Juan Bordera compartieron mesa y análisis en el marco de la semana de la Rebelión Científica (Scientist Rebellion).
La “necesidad de pasar a la acción”
En palabras de Marta Rivera Ferre, una de las autoras del informe de Naciones Unidas: «He participado en la elaboración de varios informes del IPCC a lo largo de estos años y tengo la necesidad de pasar a la acción. Estoy cansada de estar repitiendo durante 12 años prácticamente lo mismo. Es necesario dar un giro al sistema socioeconómico». Juan Bordera, miembro del movimiento, ha añadido que «estamos a las puertas de una gran crisis alimentaria y, a pesar de las advertencias, los gobiernos están siendo terriblemente tibios».
Los comparecientes han recordado que el informe de Naciones Unidas declara la urgente necesidad de que las emisiones alcancen su punto máximo antes de 2025 y se reduzcan en un 43% antes de 2030. Fernando Valladares, del CSIC, afirma que «los movimientos sociales se nutren de los datos e informes que hacemos los científicos y debemos mostrarles nuestro apoyo e incluso, como ahora, dar la cara por y con ellos». Elena González Egea, de Rebelión Científica, apunta que «como científicos llevamos décadas avisando de la magnitud del problema. Por ello, y para que se nos escuche y se actúe en consecuencia, nos vemos obligadas a emplear la resistencia civil noviolenta».
Contenidos ambientales en los currículos escolares
La rueda de prensa ha terminado con dos científicos arrojando pintura sobre la fachada del Ministerio de Educación exigiendo una asignatura transversal en todos los grados sobre crisis climática y ecosocial apoyando las huelgas universitarias que están ocurriendo.
Los ponentes, junto a muchas otras personalidades de la comunidad científica, han firmado un manifiesto titulado «La ciencia se rebela» para dirigir su voz a los responsables políticos y a toda la ciudadanía. Este manifiesto, publicado en El País, dio inicio a la semana de rebelión científica en España, en la que se están produciendo huelgas académicas y divulgaciones científicas coordinadas por el movimiento Rebelión Científica. Dichas acciones se están produciendo simultáneamente en más de 25 países, y tendrán su punto álgido en Madrid el miércoles 6 de abril con una gran acción de desobediencia civil.
”Código rojo para la humanidad”
El movimiento internacional Scientist Rebellion, que filtró una versión preliminar del informe en agosto con la intención de evitar presiones, y logrando su difusión en más de 35 países, está poniendo el foco sobre las instituciones científicas y gubernamentales por todo el mundo con su lema: «El acuerdo mundial de no superar los 1,5ºC ha fracasado, ¡Revolución climática ya!».
Entre sus principales demandas, la Rebelión Científica reclama a las autoridades académicas la inclusión de formación obligatoria sobre crisis climática y energética en todos los grados y masters. También exige al gobierno que reaccione y tome medidas reales en consonancia con lo que el secretario general de la ONU llamó un “código rojo para la humanidad”, integrando las instrucciones del consenso científico como objetivos vinculantes de transformación profunda del sistema productivo y social, para garantizar así la supervivencia de la humanidad.