*Actualización 9 de junio de 2020
El mes de mayo de 2020 se registró un máximo histórico acumulado de de 417 partes por millón (ppm), una cantidad de CO2 que no se registraba desde hace tres millones de años, cuando las condiciones del planeta eran muy diferentes: el nivel del mar estaba varios metros por encima del actual y había mucha menos cobertura de hielo en las regiones polares.
Greenpeace se hace eco de los datos publicados por la National Oceanic and Atmospheric Administration y recuerda que pese a la reducción de las emisiones de CO2 debido a la crisis sanitaria mundial, su concentración en la atmósfera sigue acumulándose.
Mayo es siempre el mes en el que se alcanza el máximo anual de concentración de CO2 en la atmósfera, justo antes de que la vegetación en el hemisferio norte empiece a absorber grandes cantidades de CO2 de forma natural. Sin embargo, esta concentración es cada año superior a los anteriores debido fundamentalmente al aumento de las emisiones de CO2 por las actividades humanas, principalmente la quema de combustibles fósiles, y a la pérdida de la cubierta vegetal.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) comunica niveles de gases de efecto invernadero sin precedentes
*Actualización Noviembre 2019
«No hay indicios de que se vaya a dar una desaceleración, y mucho menos una disminución, de la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera a pesar de todos los compromisos asumidos en virtud del Acuerdo de París sobre el cambio climático». Es la advertencia del Secretario General de la OMM, Petteri Taalas. «Tenemos que plasmar los compromisos en acción y aumentar el nivel de ambición en aras del bienestar futuro de la humanidad», ha reclamado el máximo mandatario del organismo.
«Cabe recordar que la última vez que se dio en la Tierra una concentración de CO2 comparable, fue hace entre 3 y 5 millones de años. En ese entonces, la temperatura era de 2 a 3 °C más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual», explicó Taalas. La OMM indica que los niveles de los gases de efecto invernadero que atrapan el calor en la atmósfera han alcanzado un nuevo récord sin precedentes. El Boletín de la institución sobre los Gases de Efecto Invernadero ha mostrado que la concentración media mundial de dióxido de carbono (CO2) alcanzó las 407,8 partes por millón (ppm) en 2018, tras haber sido de 405,5 ppm en 2017. El CO2 permanece en la atmósfera durante siglos y aún más tiempo en los océanos.
Por otro lado, las concentraciones de metano y óxido nitroso también se dispararon y ascendieron en mayores cantidades que durante los últimos diez años. Son datos de las observaciones de la red de la Vigilancia de la Atmósfera Global, que cuenta con estaciones en las regiones remotas del Ártico, en zonas montañosas y en islas tropicales.
Los datos marcan dirección clara: hay que intensificar la lucha frente a la crisis climática
Desde 1990 ha habido un incremento del 43% del forzamiento radiativo total —que tiene un efecto de calentamiento del clima— provocado por los gases de efecto invernadero de larga duración (El forzamiento radiativo o forzamiento climático es la diferencia entre la insolación, luz solar, absorbida por la Tierra y la energía irradiada de vuelta al espacio). Según las cifras proporcionadas por la Administración Nacional del Océano y de la Atmósfera (NOAA) de los Estados Unidos de América que se citan en el Boletín de la OMM, el CO2 contribuyó en casi un 80% a ese incremento.
«Las conclusiones del Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero y el Informe sobre la disparidad en las emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) nos marcan una dirección clara: en este período crítico, debemos intensificar las medidas y realizar acciones concretas para reducir las emisiones”, ha expresado Inger Andersen, Directora Ejecutiva del PNUMA. «Estamos frente a una difícil situación: podemos emprender las transformaciones radicales que necesitamos hoy o deberemos enfrentar las consecuencias de un planeta radicalmente modificado por el cambio climático».
La OMM subraya que si la actual tendencia se mantiene en el largo plazo, las generaciones futuras harán frente a unos efectos cada vez más graves del cambio climático. Serán ejemplo el aumento de las temperaturas, unos fenómenos meteorológicos más extremos, un mayor estrés hídrico, la subida del nivel del mar y la alteración de los ecosistemas marinos y terrestres.