Una de cada nueve personas en el mundo padece hambre. De forma paralela, una de cada tres tiene sobrepeso o es obesa.
La principal causa de muerte a nivel mundial no es ninguna de las enfermedades en que podamos pensar, ni siquiera la actual Covid-19 causada por el nuevo coronavirus que se ha extendido por el planeta. La principal causa de fallecimientos es el hambre y la malnutrición. Y es que a 2020, el informe Global Nutrition calcula que 820 millones de personas en el planeta pasan hambre.
El hambre y la malnutrición son a su vez factores generadores de múltiples problemas de salud adicionales. Enfermedades cardiovasculares o diabetes son ejemplo de patologías que lastran la vida de millones de personas debido a esto. La malnutrición, subraya el mencionado informe, es un multiplicador de amenazas.
Hambre y sobrepeso a la vez en el planeta, la irónica desigualdad
Los investigadores llaman la atención sobre esa paradójica desigualdad planetaria que mantiene a millones de personas en la inanición mientras que muchos millones más padeden patologías relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.
Y la causa, advierten, hay que buscarla en factores relacionados con sistemas agrícolas y socioeconómicos que se basan en las calorías y no en la nutrición correcta. También en la extensión, en precio y popularidad, de todo tipo de alimentos elaborados bajo criterios estrictamente comerciales. No en vano, los expertos reclaman una transformación del sistema agroalimentario para afrontar los desafíos relacionados.
El coronavirus agravará el problema
Frente al actual contexto mundial desde la aparición y propagación del nuevo coronavirus, los autores del informe advierten que la Covid-19 no nos trata por igual. Las personas desnutridas tienen sistemas inmunes más débiles y pueden tener un mayor riesgo de enfermedad grave debido al virus. Al mismo tiempo, la mala salud metabólica, incluida la obesidad y la diabetes, está fuertemente relacionada con peores resultados de Covid-19, incluido el riesgo de hospitalización y muerte.
Las personas que ya sufren como consecuencia de las desigualdades, incluidos los pobres, las mujeres y los niños, los que viven en estados frágiles o afectados por conflictos, las minorías, los refugiados y los desamparados, se ven particularmente afectados por el virus y el impacto de las medidas de contención.
Existe un riesgo real de que, a medida que los países se esfuercen por controlar el virus, se pierdan los logros que se han conseguido en la reducción del hambre y la desnutrición. Estos logros deben protegerse mediante un aumento y una buena orientación de la ayuda oficial para el desarrollo, así como asignaciones de recursos estatales centradas en el bienestar nutricional. «Debemos prevenir activamente los principales impulsores de la desnutrición a través de sistemas más equitativos, resistentes y sostenibles para la seguridad alimentaria y sanitaria, respaldados por mecanismos de protección social receptivos», subraya.
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