Pese a la presión hasta última hora de los lobbys este tipo de plaguicidas tendrán que dejar de usarse.
El pasado viernes 6 de diciembre de 2019, en la reunión del Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos (Comité PAFF), los representantes de los Estados miembros votaron sobre dos proyectos de Reglamento que proponían no renovar las aprobaciones de clorpirifós y clorpirifós-metilo. Para ambas sustancias, se alcanzó una mayoría calificada.
Esto significa que, una vez que la Comisión Europea haya adoptado formalmente el Reglamento (previsto para enero de 2020), los Estados miembros deben retirar todas las autorizaciones de productos fitosanitarios que contengan estas sustancias activas. Los países de la UE pueden otorgar un breve período de gracia para el almacenamiento final, eliminación y uso (máximo de tres meses). Después de eso, dichos productos fitosanitarios ya no podrán comercializarse ni utilizarse en la UE.
Recordamos que el clorpirifós (a veces denominado clorpirifós-etilo) y clorpirifós-metilo son insecticidas utilizados para controlar las plagas de insectos en una gran variedad de cultivos. El clorpirifós-metilo también se usa para tratar granos de cereales almacenados y depósitos vacíos.
¿Por qué propuso la Comisión no renovar las aprobaciones?
En abril de 2019, como parte de la renovación regulatoria estándar de los procesos de aprobación de estas sustancias, los expertos de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y los Estados miembros se reunieron para discutir la evaluación del impacto en la salud humana del clorpirifós y el clorpirifós-metilo. Los expertos concluyeron que existen preocupaciones relacionadas con el efecto del clorpirifós en la salud humana, en particular en relación con la posible genotoxicidad y la neurotoxicidad en el desarrollo.
A la luz de estas preocupaciones y dados los retrasos en la evaluación del riesgo ambiental, la Comisión ordenó a la EFSA que proporcionara declaraciones sobre los principales hallazgos sobre la salud humana para el clorpirifós y el clorpirifós-metilo.
El 2 de agosto de 2019, la EFSA publicó declaraciones para ambas sustancias, confirmando que se han identificado preocupaciones para la salud humana y que los niveles seguros de exposición no pueden determinarse en función de los datos disponibles. La EFSA concluyó que no se cumplen los criterios de aprobación para la salud humana establecidos en la legislación de la UE.
A principios de septiembre de 2019 tuvo lugar un segundo debate de expertos sobre clorpirifós-metilo. El 26 de noviembre de 2019, la EFSA publicó su declaración actualizada sobre clorpirifós-metilo, que confirmó los hallazgos anteriores.
En su comunicado, la Comisión ha subrayado que ha eliminado y continuará eliminando sustancias activas del mercado para las cuales no se puede demostrar que se cumplen los criterios de aprobación consagrados en la legislación. Pese a todo, la actividad de diferentes lobbys del sector industrial en favor de esta y otras sustancias es intensa. Recientemente Le Monde se hacía eco de los movimientos de presión a favor del clorpirifós, presión que estaría encabezada según el diario francés por el grupo estadounidense Corteva, entidad nacida de la fusión de Dow, inventor del producto, y DuPont.
¿Qué pasa con los niveles máximos de residuos (LMR) en los alimentos?
La Comisión ya está discutiendo con los Estados miembros un proyecto de Reglamento para reducir los niveles máximos de residuos (LMR) de clorpirifós y el clorpirifós-metilo en los alimentos y piensos al nivel más bajo que puedan medir los laboratorios analíticos.
Se espera que se vote sobre este proyecto de Reglamento en febrero de 2020.