Australia autoriza abatir alrededor de diez mil ejemplares en el área de una reserva indígena.
Anangu Pitjantjatjara Yankunytjatjara (APY) es una extensa área de la Australia meridional donde la población indígena, de poco menos de tres mil personas, comparte territorio no sólo con la fauna tradicional del continente australiano, sino también con miles de camellos y dromedarios, especies traídas por los colonos durante el siglo XIX. La rápida adaptación de estos animales al clima australiano ha convertido al país a día de hoy en el territorio que acoge mayor número de camellos y dromedarios salvajes en todo el mundo (se calcula que alrededor de un millón de ejemplares).
En la mencionada área de APY, la población local se ha visto completamente incapaz de gestionar la presión de estos animales durante la reciente ola de calor y sequía, acompañada de incendios que azota el país desde hace semanas. La administración australiana ha comunicado que estos animales amenazan gravemente las fuentes de agua en una zona donde el líquido elemento no sobra precisamente. Por tanto, anuncian la autorización de una operación de caza masiva. Ésta se realizará desde helicópteros y con la participación de francotiradores que, en un período de cinco días, se calcula que abatirán sobre diez mil animales. Según explican, la operación se verían favorecida por las duras condiciones climáticas actuales, ya que esto habría causado que los camellos se muevan en grupos más grandes de lo habitual, lo que facilitaría su localización.
Proponen alternativas a la matanza de camellos
Los camellos detectan el agua a kilómetros de distancia y, una vez encontrada, pueden beben en apenas poco más de un par de minutos cantidades de hasta doscientos litros, lo que los convierte en duros competidores por los escasos recursos de la zona. Desde el gobierno australiano se ha mencionado además como argumento las emisiones de metano de sus flatulencias e incluso se habría aventurado una posible compensación en términos de créditos de carbono derivados de su masiva eliminación.
Estas posiciones están siendo criticadas por grupos ambientalistas, que advierten a las administraciones sobre el peligro de usar el caso de los camellos y dromedarios como chivo expiatorio para desviar la atención sobre otros problemas más graves y, en particular, sobre el déficit de compromiso del actual ejecutivo estatal con respecto a la estrategia frente a la emergencia climática. Al respecto concreto del problema de la desmesurada población de esta especie, se han propuesto soluciones alternativas, entre las que destacaría la posibilidad de un programa intensivo de progresiva esterilización que reduciría en poco tiempo la especie a niveles asumibles para el territorio australiano.
El problema en todo caso no es una novedad, ya que Australia ha tenido, con éxito diverso, diferentes proyectos de control de la población de camellos y dromedarios desde hace años. Además de su sacrificio también se ha realizado venta de ejemplares a países de Oriente Medio e incluso se ha desarrollado un pequeño mercado de venta de carne para consumo humano. En declaraciones a la BBC, la Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals ha criticado la postura del gobierno y ha afirmado que sólo apoyaría programas de gestión del camello salvaje que estuviesen «claramente explicados y justificados» y que echasen mano de «los métodos más humanitarios disponibles».