“¡Basta ya del lavado verde a los combustibles fósiles!

Un “dinousaurio” recorre Europa, mientras los colectivos difunden una carta contra la expansión de infraestructuras gasistas y otras falsas soluciones.

Campaña «No al TCE» / Imagen: Ecologistas en Acción

El Tratado sobre la Carta de la Energía (TCE) es calificado por los grupos ecologistas como un gran obstáculo para una acción rápida y eficaz sobre la crisis climática y medioambiental. “Nuestra transformación hacia una sociedad verde y justa será más difícil, lenta y costosa si no detenemos el Tratado sobre la Carta de la Energía”, advierten. “Es el mayor asesino de la acción climática del que nadie ha oído hablar”.

Gira #ByeByeECTRex contra este “dinosaurio” del pasado

#ByeByeECTRex es el nombre de la gira europea que emprende un gigantesco dinosaurio de 10 metros de largo, 6 metros de ancho y 7 metros de alto. Ha comenzado su viaje en Lisboa (24 de abril de 2022), con paradas en Madrid (26 de abril), Barcelona (28 de abril), Viena (2 de mayo), Berlín (4 de mayo), Praga (10 de mayo), Bruselas (17 de mayo) y Luxemburgo (18 de mayo).

¿Por qué un dinosaurio? El ECT-Rex representa el Tratado de la Carta de la Energía , un tratado que, como los dinosaurios, pertenece al pasado. Este oscuro tratado de la década de 1990 otorga amplios derechos y protecciones a los grandes inversores en energía, principalmente a las empresas de combustibles fósiles. La industria de los combustibles fósiles lo está utilizando para demandar a los gobiernos y sabotear la transición energética. No ante tribunales normales con jueces. Lo hará en tribunales secretos, resueltos por árbitros comerciales que tienen un incentivo para favorecer a las corporaciones.

Imagen: Amigos de la Tierra

El TCE es un obstáculo en la lucha contra el cambio climático

Cada vez más, el acuerdo se utiliza para atacar las políticas gubernamentales que podrían tener un impacto negativo en las ganancias de las empresas de combustibles fósiles. Políticas como la eliminación gradual de la energía sucia o el cierre de plantas de combustibles fósiles. Solo en Europa, proyectos de petróleo, gas y carbón por valor de 350 000 millones de euros están protegidos por este tratado. La acción climática audaz, la protección del medio ambiente y las políticas de transición justa nunca han sido más urgentes. Pero el Tratado sobre la Carta de la Energía corre el riesgo de retrasar la acción y hacerla más costosa, denuncian desde Amigos de la Tierra.

“Todavía hay tiempo para abordar el cambio climático, pero el TCE es un gran obstáculo , como señala el último informe del IPCC”, avisan desde Amigos de la Tierra. Desde 2018, la UE y sus Estados miembros están negociando la reforma del Tratado a puerta cerrada. La propuesta más ambiciosa (aunque insuficiente) de la UE sobre la mesa no ha sido apoyada por los signatarios del TCE. “La UE ha fijado un ultimátum para que las negociaciones finalicen con un acuerdo político en junio de 2022, pero las conversaciones están condenadas al fracaso. La mejor opción para los gobiernos es retirarse del TCE”, reclaman los ecologistas.

Tras el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), queda de manifiesto que se necesitan cambios sistémicos profundos para afrontar la reducción de emisiones que se requieren. Más de 30 organizaciones de la sociedad civil firman un documento que subraya la urgencia y necesidad de reducir el consumo energético drásticamente en los próximos años y dejar los combustibles fósiles bajo el suelo. Destaca que si no se aplican adecuadamente los instrumentos de los que se está dotando la Unión Europea, estos podrían consolidar la dependencia a los combustibles fósiles en lugar de suponer un avance considerable para la transición energética justa.

Imagen: Amigos de la Tierra

DOCUMENTO ÍNTEGRO

Carta abierta de la sociedad civil

Estimado/a representante,

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) concluye que la ventana para evitar impactos climáticos verdaderamente catastróficos se está cerrando rápidamente. El informe establece con claridad que son los países más industrializados quienes con mayor esfuerzo y rapidez deben realizar reducciones profundas de gases de efecto invernadero para evitar sobrepasar el 1,5 ºC. Con este objetivo, las emisiones deben reducirse a la mitad en 2030 y alcanzar la neutralidad en torno a 2040. Para ello este informe incluye numerosas medidas a desarrollar y reafirma la necesidad de un cambio sistémico como única forma de lograr las reducciones rápidas requeridas.

En este contexto, la red Gas No Es Solución y las organizaciones abajo firmantes han considerado de vital importancia expresar que las sanciones y medidas tomadas por la Unión Europea y el Estado español en el contexto de la guerra en Ucrania no pueden convertirse en una excusa para incrementar la dependencia de los combustibles fósiles sin importar de donde provengan. La necesidad de reducir el consumo energético drásticamente en los próximos años y dejar los combustibles fósiles bajo el suelo es una llamada a la conciencia global para afrontar un problema sistémico con profundas raíces sociales, económicas, políticas y culturales. Si bien es necesario reducir la dependencia de carbón, petróleo, gas y nuclear de Rusia lo antes posible, no se debe hacer a costa de aumentar las explotaciones fósiles en otras partes del mundo, ya que, además de las consideraciones climáticas, muchas veces financian otros regímenes autocráticos. Los instrumentos de los que se está dotando la UE, como la hoja de ruta REPowerEU o el reciente acuerdo con EE UU (Task Force on Energy Security) para aumentar el suministro de gas natural licuado (GNL), si no se aplican adecuadamente podrían consolidar la dependencia a los combustibles fósiles en lugar de suponer un avance considerable para la transición energética justa.

Cualquier expansión de las infraestructuras de combustibles fósiles nos alejará de la última oportunidad de evitar el caos climático, y continuará con las décadas de daños causados a las comunidades que viven cerca de los pozos de gas de fractura hidráulica o fracking, generando las llamadas zonas de sacrificio. También se producen impactos en las poblaciones cercanas a las infraestructuras de GNL, los gasoductos y las terminales de exportación e importación.

Por otro lado, es necesario resaltar que las infraestructuras gasistas no son una solución a corto plazo, ya que pueden tardar años en entrar en funcionamiento, desviando recursos de las inversiones que realmente ayudarán a reducir rápidamente la demanda de gas, como la eficiencia energética, la electrificación, la promoción de las energías renovables, el impulso al autoconsumo y a las comunidades energéticas.

Para justificar esta inversión en el largo plazo se habla de la necesidad de que esta infraestructura sea compatible con el hidrógeno renovable, pero ni las redes gasistas europeas están listas para transportar hidrógeno ni este es todavía competitivo ni eficiente de producir (y puede que nunca lo sea del todo). El hidrógeno renovable no puede convertirse en una falsa coartada que fortalezca el papel del gas fósil y la inversión en más infraestructuras innecesarias. Por ello, no debe considerarse como una solución climática a gran escala.

Ante la emergencia sanitaria, ambiental y social mundial en la que nos encontramos, la Unión Europea y el Estado español deben implementar soluciones coherentes que aceleren la acción climática, y que no pongan en peligro el camino ya recorrido, evitando por todos los medios la expansión de las infraestructuras de combustibles fósiles, la energía nuclear y otras falsas soluciones que se están planteando estos días. En su lugar todos los esfuerzos deben ir dirigidos a:

  • Promover la resiliencia energética mediante la reducción de la demanda, la eficiencia energética y la aceleración de la generación renovable respetuosa con la naturaleza y las personas, priorizando el autoconsumo y las comunidades energéticas locales.
  • Proteger a las personas en estado de vulnerabilidad mediante una tarifa social para la energía y los suministros básicos; además implementar un cambio masivo de calderas de gas por sistemas renovables y la inversión en eficiencia energética en los edificios.
  • Aumentar la ambición climática, reforzando herramientas legislativas como el paquete Fit for 55, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y realizando una revisión ambiciosa del Plan Integrado de Energía y Clima a nivel estatal y las estrategias regionales.
  • Prohibir la publicidad y los patrocinios de las empresas de combustibles fósiles. El IPCC señala que estas estrategias de comunicación lavan la cara y son responsables de perpetuar nuestra dependencia de tecnologías sucias.

Una mirada exclusivamente económica y de corto plazo no puede prevalecer frente a la magnitud de los retos que se nos presentan. La declaración de Emergencia Climática por parte del Estado español el 21 de enero de 2020 no debería olvidarse. Y, tras las conclusiones del último informe del IPCC queda claro que el tiempo se agota. Por ello, la acción climática debería colocarse como prioridad en el panorama político, social y mediático.

Hoy más que nunca, se evidencian las costuras de un sistema energético que es todavía excesivamente dependiente de los combustibles fósiles y que amenaza y vulnera los derechos y la seguridad de las personas. Atravesamos un momento crucial en el que es necesario acelerar la transición energética justa y la reducción del consumo energético sin dejar a nadie atrás. Por todo ello, la sociedad civil planteamos nuestra disposición a participar en la construcción de soluciones sociales y medioambientalmente sostenibles, ya que el momento para la acción transformativa es ahora o no será.