Antibióticos fuera de control también en la acuicultura

Un abuso largamente denunciado en explotaciones avícolas, porcinas y bovinas que estaría afectando además a piscifactorías.

Gráfico: © Essere Animali

En el sector de la acuicultura, al igual que en la agricultura intensiva, el uso excesivo de antibióticos es muy frecuente, especialmente en países menos desarrollados económicamente y más vulnerables al cambio climático. En este caso, el seguimiento insuficiente del uso de estos medicamentos, combinado con el aumento del consumo y a las temperaturas globales, hace que el riesgo de RAM (resistencia a los antimicrobianos) se eleve, reduciendo la efectividad de los medicamentos y comprometiendo el sistema inmunológico de la población.

Desde la Fundación FAADA se hacen eco de un análisis del colectivo italiano Essere Animali que nos remite a varios estudios, indicando que el sector de la acuicultura contribuye ampliamente al fenómeno de la resistencia a los antibióticos, ya que es una práctica común administrar medicamentos a todos los peces criados en cautividad, sometiendo al tratamiento también a muchos animales que no presentan signos clínicos de enfermedad.

Industrialización de la acuicultura

Dada la creciente demanda de productos pesqueros y las terribles repercusiones de la sobrepesca en los mares, la piscicultura es un sector en auge: los “productos” de acuicultura ya representan el 46% de la producción mundial y el 52% de todo el pescado destinado al consumo humano.

Según un estudio del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea, los métodos de acuicultura extensiva han dado paso a los semi-intensivos e intensivos, que se consideran más productivos y a diferencia de los primeros, donde los peces son capaces de alimentarse solos, les proporcionan piensos a través de los cuales se administran los fármacos necesarios para la supervivencia de los animales. La industrialización de la acuicultura implica, de hecho, el empeoramiento de las condiciones de vida de los peces, como una densidad demasiado alta y el deterioro de la calidad del agua, factores que llevan a la propagación de enfermedades.

Una planta de acuicultura necesita toneladas de medicamentos, entre antibióticos, algicidas, herbicidas, desinfectantes e insecticidas, porque el hacinamiento en el que viven los peces es tal que casi siempre están cubiertos de piojos, algas y parásitos. En este sentido, Essere Animali se hace eco de una información de julio de 2020 que relata como el estado de California decidió matar a 3,2 millones de truchas para detener la propagación de una infección bacteriana que había afectado a peces criados en diversas plantas de la región.

Círculo vicioso

A medida que los océanos se calientan, se espera que estos países consuman más antibióticos para seguir satisfaciendo la creciente demanda de productos del mar. Esto a su vez conducirá a un agravamiento del fenómeno de la resistencia a los antibióticos, con un peligroso impacto en la salud humana.

Según un estudio publicado en Nature, alrededor del 80% de los antibióticos contenidos en los piensos administrados en las piscifactorías se diseminan en el entorno, donde permanecen durante meses en concentraciones suficientes para ejercer una presión selectiva sobre las bacterias presentes y favorecer el proceso de resistencia a los antibióticos.

Un obstáculo importante para la gestión de los antibióticos en este sector es la falta de datos de los países asiáticos, la zona con mayor número de pescadores y piscicultores (85% del total). Lo que sí se sabe con seguridad es que aquí se utilizan muchos más antibióticos que en la agricultura intensiva basada en tierra.

Un estudio de 2015 de hecho, estimó que la producción de pollo usa 148 mg / PCU (population correction unit) de antibióticos, mientras que la de carne de cerdo tiene un promedio de 172 mg / PCU. Si consideramos en cambio el del salmón chileno, veremos que la estimación llega a 1.400 mg / PCU.