Greenpeace confirma la liberación, que pone broche a una intensa, y finalmente exitosa, campaña de denuncia.
«Aún es pronto para cantar victoria», comentaba Hovhannes Targulyan, Jefe de Investigación de Greenpeace, el pasado mes de marzo. Y es que pese a que a esa altura ya el propio presidente de Rusia, Vladimir Putin, se había pronunciado a favor de acabar con esa situación, aún han tenido que pasar meses para que finalmente se resolviese. El portavoz presidencial, Dmitry Peskov había calificado la situación de «flagrante», y Vladimir Burmatov, presidente del Comité de Ecología y Protección del Medio Ambiente del Parlamento, lo calificó como una «burla hacia los animales».
Finalmente, este 20 de noviembre de 2019, casi año y medio de cautiveron, Greenpeace ha podido informar al fin de la puesta en libertad de estos bellos animales.
Docenas orcas y belugas encerradas
Se habían contado 11 orcas y 87 belugas encerradas en pequeñas celdas en la costa del este de Rusia. Entre ellas, 15 crías. Algunas permanecían encerradas desde julio de 2018. Estos animales amenazados habían sido capturados para ser vendidos ilegalmente por millones de euros a delfinarios chinos.
Varios animales no habrían sobrevivido después del largo y cruel cautiverio. Y es que, a través de un dron, Greenpeace había podido revelar al mundo las malas condiciones en las que vivían los cetáceos. Las imágenes documentaban el estado de algunas orcas y belugas con sarpullidos, furúnculos, llagas y manchas, que los especialistas atribuyen a infecciones.
Sin la presión internacional no se habría conseguido esta liberación
«Con el apoyo de más de un millón de personas en todo el mundo hemos hecho presión suficiente para conseguir su liberación. Y desde Greenpeace hemos podido seguir el proceso como observadores para garantizar la readaptación de las orcas y belugas», anunciaban desde la asociación ecologista Pilar Marcos, coordinadora del Área de Biodiversidad de Greenpeace España.
En todo caso, lamentan que la liberación «llega tarde», habiendo sometido a los animales a un intenso verano y a la congelación de las aguas en invierno. Hay que subrayar el sufrimiento y estrés al que se ven sometidas orcas y belugas, recluídas en piscinas minúsculas y pésimas condiciones, cuando están acostumbradas a poder nadar en libertad hasta un centenar de kilómetros diarios.