Miles de poblaciones de especies de animales se han perdido en un siglo y el proceso continúa con rapidez.
La sexta extinción masiva en curso (aunque recordemos que existe una línea de investigación que indica que sería ya la séptima, porque se habría producido otra en el llamado período Pérmico medio hace unos 260 millones de años) puede ser la amenaza ambiental más grave para la persistencia de la civilización, porque es irreversible.
La diferencia con respecto a extinciones masivas anteriores es que en este caso, está causada por los seres humanos. Y los científicos sostienen que la aceleración de la crisis de extinción es segura debido al rápido crecimiento de la población humana y las actuales tasas de consumo de recursos. Además, las especies son enlaces en los ecosistemas y, a medida que se caen, es probable que las especies con las que interactúan también se vayan desvaneciendo. En las regiones donde se concentran las especies que desaparecen, es probable que ocurran colapsos regionales de la biodiversidad. Los resultados, subrayan los autores de este estudio, «enfatizan la extrema urgencia de tomar acciones globales masivas para salvar los sistemas cruciales de soporte vital de la humanidad».
Miles de especies en peligro
Los investigadores han expuesto que aproximadamente el 2% de más de 29.000 especies de vertebrados terrestres están en peligro crítico. De forma concreta, calculan que otro medio millar de especies podrían extinguirse en breve en las próximas dos décadas, citando casos como el del rinoceronte de Sumatra (Dicerorhinus sumatrensis), la tortuga gigante de la Española (Chelonoidis hoodensis), la rana arlequín (Atelopus variu), el chivirín de Clarión (Troglodytes tanneri).
Recuerdan que todo animal, por diminuto o indiferente al conjunto que pueda parecernos, desempeña su papel, y siempre un papel necesario en su ecosistema. Ya sea en condición de depredador, presa o polinizador, todo animal es fundamental para su ecosistema. Y cada pérdida es una nueva ficha en el dominó del equilibio planetario. Y podría significar la interrupción de factores clave para nuestra propia supervivencia. La polinización de los cultivos que nos alimentan, la calidad el agua que sacia nuestra sed, la prevención de enfermedades, son todos eslabones de una cadena que se debilita por este motivo.
Civilización amenazada
«La crisis de extinción, al igual que las crisis climáticas y de toxinas a las que está vinculada, plantea una amenaza existencial para la civilización», exponen los científicos en su informe. Aunque es un problema más inmediato que la propia crisis climática, los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil «desconocen en gran medida su magnitud y sus probables impactos en el bienestar humano». Por lo tanto, «es un imperativo científico y moral para los científicos tomar cualquier acción que puedan para detener la extinción», destacan.
De forma concreta, proponen que respecto a todas las especies por debajo de 5.000 ejemplares, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) «debería clasificarlas inmediatamente como en peligro crítico». De hecho, la conservación de especies en peligro de extinción «debería elevarse a una emergencia nacional y mundial para gobiernos e instituciones, igual a la alteración del clima».
Entre las posibles acciones, proponen un acuerdo global vinculante integral para abordar la crisis de extinción, especialmente para hacer frente al comercio legal e ilegal de especies silvestres. Tal acuerdo debería ser un mero primer paso en el desarrollo de una agenda de conservación 2020-2030.
Científicos «a las calles»
«En vista de la actual crisis de extinción y la falta de acciones generalizadas para detenerla, es muy importante que los científicos metafóricamente salgan a las calles», exponen los autores de este informe. Al respecto citan por ejemplo la iniciativa global bautizada «Stop Extinction», para abordar y publicitar el alcance de la crisis de extinción y sus impactos en la pérdida de biodiversidad, servicios de los ecosistemas y el bienestar humano, aspectos que aún se ignoran por la mayoría de las personas.
«Hay tiempo, pero la ventana de oportunidad está casi cerrada. Debemos guardar lo que podamos o perder la oportunidad de hacerlo para siempre. No hay duda, por ejemplo, de que habrá más pandemias si continuamos destruyendo hábitats y comercializando vida silvestre para consumo humano como alimento y medicinas tradicionales. Es algo que la humanidad no puede permitir, ya que puede ser un punto de inflexión para el colapso de la civilización. Lo que está en juego es el destino de la humanidad y la mayoría de las especies vivas. Las generaciones futuras merecen algo mejor de nosotros», concluyen.
Referencia bibliográfica
Vertebrates on the brink as indicators of biological annihilation and the sixth mass extinction. Autores: Gerardo Ceballos, Paul R. Ehrlich y Peter H. Raven. Publicación: PNAS. Junio 2020.