El día del ataque terrorista de un gobierno contra el barco ecologista más famoso del mundo

El Rainbow Warrior en el puerto de Auckland después del bombardeo de los agentes del servicio secreto francés. / Foto: Greenpeace – John Miller

Se cumplen 35 años del hundimiento del Rainbow Warrior realizado por agentes franceses.

A mediados de los años 80 Greenpeace, con poco más de una década de historia, ya se había convertido en la organización ecologista más peligrosa para el establishment mundial. Otros colectivos a un nivel más local habían logrado grandes éxitos e impacto en causas diversas. Pero, surgida a comienzos de la década de los 70, la capacidad de movilizar e inspirar a miles de personas en todo el mundo que demostró el proyecto de Greenpeace abrió espacios inéditos al movimiento ecologista mundial.

Y así estaban las cosas cuando en el año 1985 el gobierno francés promueve una amplia operación contra el colectivo ecologista. La causa fue la movilización y amplio respaldo que Greenpeace estaba consiguiendo contra las pruebas de armamento nuclear. Francia quería evitar la presencia de Greenpeace en el entorno de sus pruebas nucleares en el Atolón de Mururoa, en el sur del Océano Pacífico. Y para evitarlo, el gobierno francés promovió lo que desde entonces múltiples expertos han subrayado que no fue sino una operación terrorista en todo regla irónicamente promovida desde el que se suponía un gobierno democrático europeo.

10 de julio de 1985

El detalle de lo sucedido se terminó conociendo con bastante precisión. Desde marzo de 1985, una oficial de la armada francesa estaba ya, coordinada por los servicios secretos franceses, infiltrada en el ámbito ecologista en Nueva Zelanda para documentar los planes de Greenpeace. En las semanas posteriores, otros miembros de los servicios secretos de Francia coordinaron una ambiciosa operación que culminó el 10 de julio de 1985.

Ese infausto día el Rainbow Warrior había arribado al puerto de Waitemata. Allí se reuniría con otros barcos para participar en una amplia manifestación contra los ensayos nucleares franceses en el Atolón de Mururoa. Un viaje que nunca realizaría, ya que diez minutos antes de la medianoche, un artefacto, mina lapa, colocado por los agentes franceses hacía explosión en el Rainbow Warrior. Uno de los integrantes de la tripulación ecologista, el fotógrafo Fernando Pereira, que en ese momento tenía 36 años, no consiguió salir del barco antes de que un segundo artefacto explosionara, causándole la muerte.

Aún siendo reflotado, la gravedad de las averías hizo que fuese imposible repararlo, por lo que el Rainbow Warrior, que había iniciado su andadura como barco de investigación en los años cincuenta y había sido barco de pesca posteriormente en el Mar del Norte hasta que Greenpeace lo compró en 1978, terminó así su andadura como referencia ecologista en los mares. Eso si, fue transportado y hundido en las islas Cavalli como parte de un proyecto de santuario de fauna marina en las profundidades oceánicas. Y, desde luego, Greenpeace ha bautizado con el mismo nombre a varios de sus buques de referencia posteriores.

Un agente abre una brecha en el silencio del gobierno francés

El 10 de julio de 2020 se han cumplido 35 años de ese grave suceso: un ataque terrorista perpetrado por un gobierno europeo contra el barco ecologista más famoso del mundo. Un ataque que agitó no sólo a la opinión pública neozelandesa, que vio como en su territorio se realizaba por primera vez un acto terrorista, sino que tuvo repercusión mundial.

Pese a las abrumadoras pruebas (de hecho varios de los responsables fueron detenidos en su momento), el gobierno francés se ha tratado de distanciar siempre de los sucesos. No fue hasta 2015 cuando, a título personal, uno de los agentes responsables del ataque, Jean-Luc Kister, admitió y se disculpó durante un entrevista concedida al canal de televisión neozelandés TVNZ y a la web de noticias francesa Mediapart. Una disculpa, que aunque llegaba tres décadas tarde, y solo de uno de los agentes responsables, confirmaba que el ataque fue un acto deliberado de violencia contra el barco y su tripulación durante sus protestas contra las pruebas nucleares francesas en el Pacífico Sur.

Fernando Pereira, el fotógrafo de Greenpeace asesinado en el ataque del gobierno francés al Rainbow Warrior / Foto: Greenpeace

Un crimen promovido y autorizado por un gobierno

Nos parece importante recordar las palabras de Pete Willcox, quien era capitán del Rainbow Warrior en el momento del ataque, a raíz de la entrevista concedida por el agente francés: «Sentí que Kister fue sincero en sus disculpas anoche. Y lo acepto. Todos somos humanos y todos cometemos errores. Gente y gobiernos por igual. Pero el señor Kister era parte del terrorismo patrocinado por el Estado, y no puede haber dudas sobre esto. Esto incluye al fallecido presidente Mitterrand y al resto del equipo que planeó y ejecutó el crimen».

Willcox también reprochó el distanciamiento con el que Kister pretendió dibujar aquella operación terrorista francesa: «El señor Kister quiere que creamos que eran incompetentes cuando colocaron las bombas en el Rainbow Warrior, y que nunca tuvieron la intención de matar a nadie. Creo que eran indiferentes, no incompetentes. ¿Qué pensaron que pasaría? Hicieron un agujero de 2 x 2.5 metros en el casco debajo de la línea de flotación. El bote se hundió en unos 45 segundos. Aproximadamente un minuto después de la primera bomba, estalló la segunda bomba que mató a Fernando. Este era un equipo militar altamente entrenado.

«¿Podrían realmente haber sido tan malos en su trabajo? Podrían haber usado una cuarta parte de los explosivos y hundir el barco dándonos tiempo para bajar. (…) No tengo ninguna duda en mi mente que si las bombas hubieran explotado 30 minutos antes, hubiéramos perdido a la docena de personas que quedaron de la reunión de los equipos de la Flota de la Paz en la bodega de carga. Nunca habrían tenido tiempo de bajar. Y no puedo olvidar cómo este suceso abrió un agujero en la vida de la familia Pereira que nunca se ha curado».

El Rainbow Warrior descansa en el océano después de ser bombardeado por los agentes del servicio secreto francés. / Foto: Greenpeace

Hundieron un barco, no un ideal apoyado por miles de personas

Jean-François Julliard, director Ejecutivo de Greenpeace France, lamentó al respecto que tuvieran que pasar treinta años del bombardeo planeado por el gobierno francés del Rainbow Warrior para que uno de los agentes responsables del atentado se disculpara. «Si bien el bombardeo mortal logró hundir nuestro barco ese día, nunca logró parar el coraje de un movimiento de millones que todavía reclama un futuro verde y pacífico».

«Esta confesión confirma lo que Greenpeace siempre supo que era verdad: la muerte de Fernando Pereira y el hundimiento del Rainbow Warrior fue un acto deliberado de violencia. Esta confesión es un recordatorio para todos los que buscan silenciar las llamadasa a un mundo mejor, y para todos los que buscan reprimir la movilización pacífica con violencia, de que no se puede detener el coraje de millones y nunca se puede hundir un arco iris».

«Si bien el señor Kister se disculpó anoche, el gobierno de Francia, en nombre del estado francés, nunca lo hizo, no a Greenpeace; no a la familia Pereira. Ya hemos terminado de preguntar. Depende de ellos», sentencia Pete Willcox.

Podéis ampliar información en la web www.rainbow-warrior.info

También aquí podéis ver el documental completo «The boat and the bomb» – «El barco y la bomba», sobre el hundimiento del Rainbow Warrior, producido en 2005