La huella del cambio climático que está detrás de los mega-huracanes, ciclones y tifones

El año 2019 suma ya media docena de inusualmente devastadores episodios de este tipo. El último, Dorian.

Imagen de Free-Photos en Pixabay

En marzo, los ciclones Idai y Kenneth causaron un terrible impacto en el sudeste de África. Quizás, lamenta la ONU, el peor desastre de este tipo en la historia del hemisferio sur. Sólo en Zimbabue, el ciclón Idai dejó casi 800 muertes debido a las repentinas y graves inundaciones. Y afectó además gravemente a Mozambique, Malawi, Madagascar y Zimbabue. Y en abril, en un área próxima, Kenneth causaba también grandes daños con picos de casi 300 km/h.

El ciclón Fani, entre finales de abril y principios de mayo, tocó tierra en la India con vientos de hasta 250 km/h y la mayor capacidad de devastación vista desde hace veinte años en el país. Se saldó con medio centenar de ciudades afectadas y miles de aldeas golpeadas y cuando menos 68 personas fallecidas.

A mediados de agosto, el tifón Lakima causó docenas de muertos en China, arrasando miles de hogares y obligando a cerrar por vez primera desde su inauguración el puerto de Dalian, de los principales del país. Y entre agosto y septiembre de este mismo 2019 estamos viendo como el huracán Dorian en la zona de las Bahamas alcanza niveles potencialmente destructivos pocas veces vistos.

Impacto que coincide con los avisos de los científicos

Este tipo de eventos ya han sido descritos en diversas proyecciones científicas. Los expertos han advertido que el poder destructivo de tifones, ciclones y huracanes crecerá debido a la crisis climática.

La llamada ecuación Clausius-Claperyon indica que cuanto más caliente esté la atmósfera, más humedad retendrá. Y cada grado centígrado más supondrá un 7% más de humedad. Bajo esas condiciones, un evento atmosférico extremo, lo será aún más. Podrá comprobarse en la inusual cantidade de precipitaciones que generará.

Por otro lado, el aumento de la temperatura del agua del mar también influye. Los huracanes se forman sobre aguas que han sobrepasado los 26,5ºC. Y dado que las temperaturas superficiales medias de los océanos han estado incrementándose constantemente, esto favorece estos fenómenos. Entre los factores mencionables está también el incremento del nivel del mar. Esto hace más peligrosas las marejadas ciclónicas, que empujan el mar hacia la costa, generando consecuencias más graves.

Ciclón, huracán y tifón: ¿Cuál es cuál?

Hay que recordar que estas megatormentas cambian de denominación según la zona geográfica del planeta donde se producen. Son huracanes en los océanos Atlántico y Pacífico. Se denominan ciclones en el Océano Índico. Y se les bautiza como tifones en el Pacífico noroccidental.

EN la literatura científica, existen algunas proyecciones que aventuran que el cambio climático podría en ciertas circunstancias reducir el número de estos eventos extremos. Pero eso si, aunque menos, los que se produjesen serían mucho más intensos, peligrosos y con un impacto potencial más grave.

Rastros de los huracanes en redes sociales