
Un nuevo informe de Greenpeace apunta a los proveedores de soja de entre otros McDonald’s, KFC o Burger King, que habían prometido frenar la deforestación para 2020.
Han pasado cinco años desde que más de 150 empresas se comprometieron con la firma de la Declaración de los Bosques de Nueva York (NYDF). Allí, reunidos con gobiernos, representantes de comunidades indígenas y organizaciones de la sociedad civil prometieron acabar con la deforestación provocada por la soja, el ganado y el aceite de palma. Era un objetivo para 2020. La realidad demuestra que los compromisos no se están cumpliendo.
La evaluación oficial del NYDF ha concluído recientemente que el objetivo es «probablemente imposible» porque «los esfuerzos realizados hasta la fecha han sido inadecuados para lograr un cambio sistémico». En esta «guerra» de la agricultura industrial contra el clima, contra el medio ambiente y contra las formas de vida y organización tradicional de muchas comunidades en todo el mundo, el ataque a los bosques en Brasil está en la primera línea. Y tal y como Greenpeace subraya, la situación en Brasil es ahora peor bajo el mandato del presidente Jair Bolsonaro. El gobierno «parece haber adoptado un ataque contra la Amazonía y los pueblos indígenas como el pilar de su política económica», denuncian, «Bolsonaro ha respaldado tácitamente el acaparamiento de tierras y las incursiones de madereros ilegales, mineros y agricultores en tierras indígenas».
Las marcas que compran la soja impulsan esta destrucción
«Cargill y Bunge están suministrando al mercado soja vinculada con la destrucción y la violencia del Cerrado de Brasil. Las marcas que compran la soja impulsan esta destrucción. Esta soja está alimentando pollo y carne que se vende en tiendas de comida rápida y minoristas de todo el mundo», explica Cristiane Mazzetti, de Greenpeace Brasil.
Se refiere Mazetti a las empresas Cargill y Bunge, megacomerciantes que exportan soja de áreas agrícolas brasileñas con extensos y oscuros historiales de violencia, ilegalidad y destrucción ambiental. Greenpace ha documentado ampliamente la situación en el informe «Under Fire (Bajo fuego): Cómo la demanda de carne y lácteos está impulsando la violencia contra las comunidades en Brasil». «Cargill y Bunge suministran soja a numerosas compañías internacionales, incluidas las marcas de comida rápida McDonald’s, KFC, Burger King, minoristas y marcas de bienes de consumo que prometieron eliminar la deforestación para 2020», subrayan.
Un negocio que esconde desbroces ilegales, usurpación de tierras y trabajo esclavo
© Ligabue – Greenpeace
Under Fire de Greenpeace International detalla informes de desbroce ilegal de tierras, acaparamiento de tierras y trabajo esclavo en la finca Agronegócio Estrondo en el Cerrado de Brasil. Cargill y Bunge tienen silos aquí, desde donde exportan soja a todo el mundo.
Greenpeace ha documentado como los miembros de las comunidades tradicionales geraizeiras informan que han sido detenidos, secuestrados, fusilados y como fuerzas de seguridad privada de Estrondo dominan la zona. En mayo de 2019, un equipo de investigación de Greenpeace Brasil y el canal de televisión alemán ARD Weltspiegel documentaron una redada armada contra una comunidad que vivía dentro de las fronteras de Estrondo. Los ecologistas indican que son múltiples los ejemplos de como las amenazas a las comunidades tradicionales e indígenas y la destrucción de los bosques están en aumento desde que el presidente Jair Bolsonaro llegó al poder en enero.
Aunque el ganado sigue siendo el principal impulsor de la deforestación y la conversión, tanto a nivel mundial como en Brasil, la soja, utilizada principalmente como alimento para animales para la producción intensiva de carne y lácteos, continúa expandiéndose rápidamente en toda América del Sur. En Brasil, la producción de soja se ha más que cuadruplicado en las últimas dos décadas y se proyecta que aumente en otro tercio en los próximos 10 años, con un crecimiento de las exportaciones de 42%. Al final de la próxima década, otros 9.5 millones de hectáreas – Se prevé que un área tres veces más grande que Bélgica – se sembrará con soja solamente en Brasil, lo que ejerce una presión aún mayor sobre sus bosques y ecosistemas naturales.