Después del coronavirus: pensemos en una reforma verde para el planeta y para la economía

El personal de Greenpeace Suiza coloca células solares en el techo de un edificio industrial en Wohlen (AG) / Foto: Greenpeace – Jonas Scheu

Reflexión de Giuseppe Onufrio, director de Greenpeace Italia.

Cada uno de nosotros está haciendo su parte para ayudar a superar la situación crítica relacionada con el coronavirus, pero todos sabemos que es importante comenzar a discutir qué hacer cuando esta emergencia termine tarde o temprano. Muchas cosas han cambiado en nuestras vidas, y no sólo eso: también habrá muchos cambios que afectarán a nuestro modelo económico, especialmente en Europa, que representa el horizonte de las políticas en las que nos movemos y que contribuiremos a determinar. Superar el pacto de estabilidad es un hecho completamente nuevo y nos dice cuánto esta pandemia está poniendo en juego las estructuras económicas actuales. Estructuras que necesitan ser cambiadas.

Cambiar el modelo económico para proteger el planeta.

La conexión entre las pandemias y la destrucción de la biodiversidad ha sido explorada en varios estudios y es reconocida por numerosos expertos: no hay duda de que la gravedad particular con la que la pandemia está afectando ciertas áreas de Italia, como en el valle del Po, también está relacionada con las condiciones estructurales de la fuerte contaminación de la calidad del aire. Estas condiciones, que han persistido durante décadas, han determinado ya, en sí mismas, un alto impacto en la mortalidad excesiva durante años. La Agencia Europea de Medio Ambiente ha estimado que sólo en 2016 murieron en Italia 76.200 personas por ese motivo.

Por tanto, tenemos más de una razón, siguiendo el principio de precaución, para una reforma estructural de nuestra forma de producir y consumir, y es hora de implementarla.

Salir del dogma de la austeridad e invertir en infraestructura pública

Pacto de estabilidad: es necesario salir del dogma de la austeridad, incluso a largo plazo, y comenzar a promover objetivos sociales y ambientales, transformándolo en un pacto para promover el bienestar humano y la protección del medio ambiente natural. Y, por lo tanto, invertir en una transición equitativa hacia una economía de cero emisiones de CO2, crear empleos de calidad e invertir en infraestructuras públicas que garanticen la calidad de vida, desde la atención médica hasta los servicios de movilidad pública, educación, etc. .

Cuanto más esperemos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger la biodiversidad, mayores serán los costos para la vida humana y los medios de subsistencia, mayor será el daño al planeta que nos sostiene, mayores serán los costos financieros y más injusto será el impacto y costo social. La crisis actual es una llamada de atención para nuestro deber de proteger a las personas y al planeta. Por esta razón, Europa debe aspirar a reducir las emisiones de CO2 en al menos un 65% para 2030, de acuerdo con los últimos datos científicos, y detener la pérdida de biodiversidad.

180 estudiantes de la escuela secundaria en Derendingen – Luterbach en Solothurn se involucran con la energía solar / Foto: Nicolas Pjtu – Greenpeace

Invertir en personas, no en industrias

En pocas palabras, el paradigma necesita ser cambiado: tendremos que invertir en personas, no en industrias. Cuando los gobiernos planean brindar apoyo financiero a las empresas, esto debe condicionarse a no despedir trabajadores y garantizar que todos tengan acceso a los servicios que necesitan. Para las industrias altamente contaminantes se debe prestar especial atención a garantizar que los fondos destinados a apoyar a los trabajadores no se utilicen para promover los intereses de las empresas, apoyar prácticas devastadoras para el medio ambiente o salarios ejecutivos.

Después del colapso financiero de 2008, hemos sido testigos de un flujo desproporcionado de fondos públicos hacia las industrias contaminantes y las empresas más ricas. La respuesta a la crisis financiera mundial ha agravado la desigualdad y ha dado un impulso contraproducente a las industrias que causan el cambio climático. El Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Central Europeo (BCE) deben liderar el camino promoviendo solamente inversiones en soluciones climáticas como ferrocarriles y otras infraestructuras de transporte público, soluciones de movilidad más sostenibles, como la bicicleta, servicios públicos de agua, soluciones locales de gestión de residuos que den prioridad a los sistemas locales de reutilización, compostaje y reparación; fuentes renovables desarrolladas por comunidades energéticas y promoción de estándares de eficiencia energética. Y las inversiones en estas soluciones deben quedar permanentemente excluidas de la regla de déficit estatal del 3%.

En una fase de inestabilidad social y económica, es aún más importante que los alimentos más saludables y de origen ecológico estén ampliamente disponibles y sean asequibles. Actualmente, más de un tercio del presupuesto de la UE financia subsidios agrícolas bajo la PAC. Este dinero público debe transferirse de granjas industriales insostenibles en un marco de agricultura intensiva a una agricultura más verde que participe en la construcción de un modelo alimentario y agrícola diversificado y resistente que proteja la biodiversidad.

Garantizar democracia

Proteger y fortalecer la democracia. Debe garantizarse que las reglas desarrolladas en el contexto de una emergencia nacional se apliquen solamente a la emergencia. No se debe permitir que los gobiernos se otorguen poderes adicionales que puedan mantener después del final de la crisis o que se extiendan más allá de lo necesario para su contención, así como será necesario adoptar reglas para garantizar elecciones y apoyar las instituciones democráticas.

Cuando termine esta emergencia, la calidad de nuestra civilización estará definida por las decisiones que hayamos tomado para proteger a los más débiles y promover un modelo diferente de producción y consumo, y no por los intereses de las multinacionales, especialmente las del sector de combustibles fósiles, que aún dominan el panorama actual.

*Giuseppe Onufrio. Desde 2009 director de Greenpeace Italia. Físico de formación, investigador en el campo ambiental y energético durante años. Activista ambiental desde los años 70 ha alternado su actividad de investigación con su compromiso con el planeta a tiempo completo.

Traducción: Diario.eco