
«Alfafar (Valencia) es uno de esos pueblos dónde se divierten poniendo fuego, cuerdas u otros espectáculos que implican maltrato animal subvencionado como la cagada del manso donde inflan al animal a laxante». Afortunadamente, en este como en muchos otros pueblos, muchas personas se oponen a ese tipo de prácticas y trabajan, incansables, por sensibilizar y cambiar las cosas.
Así nos lo contaban este mes de agosto de 2020 desde Alfafar dos de los activistas implicados, Diego y María, que aprovechan para denunciar las trabas sufridas en las concentraciones para solicitar un 2021 sin maltrato animal y una infancia sin violencia para que se cumpla la ley de la Generalitat que aleja los menores de espectáculos donde se maltratan animales.
Trabas sin motivo
«Estamos hartos de que con lo que cuesta organizar todo suframos trabas sin motivo», critica Diego Nevado. Se refiere en concreto a los problemas acontecidos durante la concentración que en agosto reunió a alrededor de treinta personas en Alfafar. Allí se leyó un manifiesto donde se explicó en detalle «por qué queremos unas fiestas alternativas al maltrato animal, en este caso el Bou en corda, donde los animales sufren y son ahogados, y Bou embolat dónde tienen fuego prácticamente hasta por la cara, y la cagada del manso, dónde se infla un animal a laxante hasta que hace sus cosas y donde la gente ha apostado».
Siendo como era uno de los objetivos la reclamación del cumplimiento de la ley 26/2018, de 21 de diciembre, de la Generalitat, de derechos y garantías de la Infancia y Adolescencia, que en teoría impide a menores acudir a espectáculos «cuyo reglamento contemple la producción de daños físicos o psíquicos sobre personas o animales o puedan implicar riesgos para la salud o seguridad del menor», los promotores de estas protestas lamentan especialmente que, de forma paradójica, se les haya identificado por la asistencia de menores junto con sus padres a estas concentraciones pacíficas.
Concentraciones pacíficas y exitosas
«Quiero expresar públicamente mi malestar por el hecho de que si puedan ir a ver como se torturan animales pero no a ver como se transmite un mensaje por la no violencia y cómo se defienden sus derechos ya que la concentración hemos defendido los derechos y protección de la infancia», expresa Diego Nevado. «Hemos llevado todos mascarillas, manteniendo las distancias de seguridad y en cuanto ha sido la hora hemos terminado», subraya para que quede constancia.
Al hilo, nos acerca el comentario de una madre participante, María Jesús, cuya hija de siete años jugaba en el entorno de la concentración siendo reclamada su identificación por parte de las autoridades. Ironiza con el hecho de que parece que «una menor no pueda estar en una concentración cuando ni siquiera participa y si puedan acudir a escuelas de tauromaquia o a festejos de todo tipo dónde se maltratan animales».
Los organizadores, que han criticado los comentarios vertidos por el alcalde de la localidad en redes sociales refiriéndose a ellos como «radicales», han interpuesto también una queja por vía administrativa ante la subdelegación del gobierno solicitando explicaciones por las trabas para el evento.