
La investigación aporta evidencias científicas claras de la necesidad de planificaciones urbanísticas que prioricen las zonas verdes.
«Los programas de incremento del verde urbano no solo son clave para promover la salud pública, sino que también aumentan la biodiversidad y mitigan los impactos del cambio climático, haciendo que nuestras ciudades sean más sostenibles y habitables». Lo subraya Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud del Instituto de Salud Global (ISGlobal).
Esta institución, con sede en Barcelona, es la autora del informe, en colaboración con la Universidad de Colorado y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y publicado en la revista The Lancet Planetary Health, que destaca la importancia de los espacios verdes en las ciudades. Es más, el informe concluye que las áreas verdes residenciales pueden proteger contra la mortalidad prematura por todas las causas. Conclusión avalada por una revisión sistemática y un meta-análisis realizados por los investigadores. Incluye nueve estudios longitudinales en siete países y más de ocho millones de personas, proporcionando evidencia científica robusta sobre el impacto que tiene el incremento de las áreas verdes en las ciudades sobre la mortalidad prematura .
La mitad de la población mundial vive en ciudades
Se trata de conclusiones muy importantes a la luz de la creciente concentración de la población mundial en las ciudades: la mitad de los habitantes del planeta vive ahora mismo en una urbe. Y también ante la evidencia de que en las ciudades acostumbra a haber pocos espacios verdes y que estas áreas no han sido prioridad en la mayoría de planificaciones urbanísticas durante las últimas décadas.
Muchos estudios indican que las áreas verdes en ciudades tienen un efecto positivo sobre la salud, incluyendo menos estrés, mejor salud mental, y menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico y muerte prematura, entre otros. Sin embargo, muchos de estos estudios se fijan solo en un momento específico en el tiempo y usan diferentes maneras de medir la exposición a áreas verdes.
El equipo investigador de ISGlobak se ha centrado en estudios longitudinales —es decir, que siguen a una cohorte de personas a lo largo de varios años— que, además, cumplían otros dos requisitos: usar una manera sencilla de medir la exposición a áreas verdes basada en imágenes de satélite —el NDVI o índice normalizado de diferencia en vegetación— y considerar la mortalidad como desenlace. Bajo estas premisas, se identificaron nueve estudios con más de ocho millones de personas en total, en siete países diferentes (Canadá, Estados Unidos, España, Italia, Australia, Suiza y China).
El meta-análisis de los estudios confirma que un incremento en áreas verdes alrededor de la vivienda se asocia de manera significativa con una reducción en la mortalidad prematura. Específicamente, el estudio proporciona una estimación del efecto protector: una reducción del 4% en la mortalidad por cada incremento de 0,1 en el índice de vegetación a 500 metros o menos de la residencia.
Valiosa información para planificar ciudades más saludables
«Es la síntesis más grande y completa hasta la fecha sobre espacios verdes y mortalidad prematura y los resultados apoyan intervenciones y políticas que incrementen los espacios verdes como estrategia para mejorar la salud pública», comenta David Rojas, investigador de ISGlobal y de la Universidad de Colorado y primer autor del trabajo. Además, el estudio proporciona «valiosa información que se podrá usar en estudios de evaluación de impacto en salud», explica el investigador.
En efecto, Rojas y su equipo están aplicando los resultados de este meta-análisis para estimar el número de muertes prematuras que se podría evitar en ciudades de todo el mundo si se consiguiera la ambiciosa meta de aumentar la infraestructura verde.