Millones de profesionales sanitarios firman por una estrategia de futuro sostenible

Foto: Cristian Barreto – Pixabay

Carta enviada a líderes políticos de todo el mundo.

«Hubiera sido posible mitigar y, tal vez, incluso prevenir estos efectos invirtiendo suficientemente en la preparación para las pandemias, la salud pública y la gestión del medio ambiente. Debemos aprender de estos errores y rehacernos con más fuerza, más salud y más resiliencia».

Es uno de los mensajes que subraya la misiva que, a 26 de mayo de 2020, firman ya asociaciones y colectivos sanitarios que agrupan en todo el mundo a alrededor de 40 millones de profesionales. Trabajadores del ámbito de la salud que han estado en primera línea de la lucha frente a la Covid-19 y que advierten que antes de esta enfermedad causada por el nuevo coronavirus muchas otras patologías y problemas ya afectaban a millones de personas debido a problemas ambientales débilmente atendidos por nuestras sociedades.

La carta solicita que los líderes del G20 pongan la salud pública en el centro de los planes de recuperación económica de COVID-19. «Es hora de que se escuche la voz de la comunidad de la salud», reclaman. La carta cuenta con el apoyo y la promoción de la Global Climate and Health Alliance, Every Breath Matters y la Organización Mundial de la Salud.

Aquí la misiva-manifiesto al completo:

Por una recuperación saludable (#HealthyRecovery, #RecuperaciónSaludable)

Estimados Presidente Alberto Fernández, Primer Ministro Scott Morrison, Presidente Jair Bolsonaro, Primer Ministro Justin Trudeau, Presidente Xi Jinping, Presidente Emmanuel Macron, Canciller Angela Merkel, Primer Ministro Narendra Modi, Presidente Joko Widodo, Primer Ministro Giuseppe Conte, Primer Ministro Shinzo Abe, Presidente Andrés Manuel López Obrador, Presidente Vladimir Putin, Rey Salman bin Abdulaziz Al Saud, Presidente Cyril Ramaphosa, Presidente Jae-in Moon, Presidente Recep Tayyip Erdoğan, Primer Ministro Boris Johnson, Presidente Donald Trump, Presidente Charles Michel y Presidenta Ursula von der Leyen,

(cc: principales asesores científicos, médicos y de salud del G20)

Los profesionales de la salud permanecen unidos para apoyar una gestión de la pandemia de COVID-19 pragmática y basada en datos científicos. Con ese mismo espíritu, estamos también unidos para lograr una recuperación saludable de esta crisis (#HealthyRecovery, #Recuperación saludable).

Hemos sido testigos de primera mano de lo frágiles que pueden ser las comunidades cuando su salud, su seguridad alimentaria y su libertad para trabajar se ven interrumpidas por una amenaza común. La tragedia actual tiene muchas capas, que se ven magnificadas por la desigualdad y la falta de inversión en los sistemas de salud pública. Hemos sido testigos de muertes, enfermedades y sufrimiento psicológico, a unos niveles inauditos durante décadas.

Hubiera sido posible mitigar y, tal vez, incluso prevenir estos efectos invirtiendo suficientemente en la preparación para las pandemias, la salud pública y la gestión del medio ambiente. Debemos aprender de estos errores y rehacernos con más fuerza, más salud y más resiliencia.

Antes de la COVID-19, la contaminación atmosférica —causada, principalmente por el tráfico de vehículos, el uso ineficiente de la energía para cocinar y calentar los hogares, las centrales eléctricas de carbón, la quema de desechos sólidos y las prácticas agropecuarias— ya estaba debilitando nuestra salud. La contaminación atmosférica aumenta el riesgo de sufrir enfermedades y de agravar sus síntomas —entre otras, neumonías, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cáncer de pulmón, cardiopatías y accidentes cerebrales vasculares—, unos efectos que dan lugar a siete millones de defunciones prematuras cada año. Además, tiene efectos en el feto, como el bajo peso al nacer y el asma, que incrementan la carga de trabajo de nuestros sistemas de atención sanitaria.
Si queremos que el mundo se recupere de esta crisis de forma saludable, no podemos permitir que la contaminación continúe nublando el aire que respiramos y ensuciando el agua que bebemos, ni que el cambio climático y la deforestación continúen adelante, desencadenando, posiblemente, nuevas amenazas para la salud de las poblaciones vulnerables.

Las economías y las sociedades civiles saludables se preocupan de los más vulnerables. Los trabajadores tienen acceso a empleos bien remunerados que no aumentan la contaminación ni degradan la naturaleza; las ciudades dan prioridad a los peatones, los ciclistas y el transporte público; y los ríos y cielos están limpios y protegidos. La naturaleza se desarrolla, nuestros cuerpos son más resistentes a las enfermedades infecciosas, y nadie se ve empujado a la pobreza por no poder pagar su atención sanitaria.

Para conseguir que nuestras economías sean saludables, debemos ofrecer incentivos y aplicar medidas disuasorias más inteligentes a fin de que nuestra sociedad sea más sana y resistente. Si los gobiernos reconsideran por completo los subsidios que conceden a la explotación de combustibles fósiles y apuestan decididamente por la producción de energías renovables y no contaminantes, nuestro aire estará más limpio y se reducirán drásticamente las emisiones causantes del cambio climático, impulsando una recuperación económica que estimulará un aumento del PIB mundial de casi US$ 100 billones de aquí a 2050.

Les pedimos que, en sus planes para después de la respuesta a la COVID-19, el director general de sanidad y el asesor científico principal de sus respectivos países participen directamente en la elaboración de todas las medidas de estímulo de la economía, informen sobre las repercusiones en la salud pública que puedan tener, tanto a corto como a largo plazo, y den su aprobación a las mismas.

La protección y la promoción de la salud deberían ser uno de los ejes centrales de las grandes inversiones que sus gobiernos harán en los próximos meses en sectores básicos como la atención sanitaria, el transporte, la energía, y la agricultura y la ganadería.

El mundo necesita recuperarse con salud. Los planes de estímulo de sus países deben ser instrumentos para conseguirlo.

Atentamente,
350 organizaciones que representan a más de 40 millones de profesionales de la salud, y más de 4.500 profesionales de la salud individuales, de 90 países diferentes.

26 de mayo de 2020

Pulsa aquí para ver la lista completa de firmantes o, si formáis parte de un colectivo sanitario, unir vuestra firma a la misiva