La historia de lucha de los campesinos de Namaacha, en Mozambique, es una pequeña victoria en medio de corrupción generalizada y abusos.
Desde una aparentemente tranquila región del sur de Mozambique, Amigos de la Tierra nos trae una historia de lucha de una comunidad por recuperar las tierras que le habían sido robadas. Ahora, los protagonistas se esfuerzan por seguir adelante adoptando un estilo de vida más comunitario e integraran un enfoque de la agricultura que encarna la agroecología, el trabajo en armonía con la naturaleza y los derechos de los pueblos.
Desalojados en 2015 para construír residencias vacacionales
Campesinas y campesinos de todo Namaacha cultivan en parcelas de subsistencia en la aldea de Cocomela desde hace muchos años. Pero en 2015, el Consejo Municipal de la Aldea de Namaacha desalojó a la comunidad de las tierras de las que dependían para su supervivencia. La municipalidad sostuvo que las tierras estaban «infrautilizadas» y que se las podía usar, por lo tanto, para construir residencias vacacionales para las personas adineradas de Maputo, la capital, a 80 km de distancia.
En 2017, luego de intentar sostenidamente cabildear a la municipalidad para que les devolvieran sus tierras, la Asociación de Nativos, Residentes y Amigos de Namaacha (ANRAN) decidió que necesitaba ayuda.
La Asociación recurrió a Justiça Ambiental (JA!)/Amigos de la Tierra Mozambique, que ya estaba luchando contra muchos casos de acaparamiento de tierras en todo el país. Pero la demanda de Namaacha fue la primera acusación de la que JA! tuvo conocimiento entablada directamente contra una municipalidad. Durante los dos años subsiguientes, JA! trabajó con la comunidad para impugnar el desalojo. JA! y la Asociación consiguieron conjuntamente una reunión con el Defensor del Pueblo para exigir a la municipalidad que les devuelva sus tierras.
«El acaparamiento de tierras aquí en Mozambique es muy problemático y es cada vez peor. La situación política actual en Mozambique facilita esto, la corrupción de nuestros representantes del gobierno, y las empresas que no respetan los derechos de las comunidades», explica Gizela Zunguze de JA!.

Las mujeres en la primera línea hacen el cambio
Amélia Carolina Muianga, una campesina octogenaria, estuvo en la primera línea de la batalla de Namaacha por sus tierras.
Amélia compartió las penurias que sufrió después de haber sido desalojada de las tierras que cultivaba desde joven. El Defensor del Pueblo le exigió a la municipalidad que devolviera las tierras y sostuvo que las/os campesinos/as tenían pleno derecho a ellas.
«En estas luchas por conflictos y decisiones sobre tierras, el involucramiento de las mujeres es muy importante», dice Gizela. «Por tradición y razones culturales, en Mozambique o en África en general, las mujeres no se involucran. Justiça Ambiental ha estado promoviendo el involucramiento de las mujeres, porque la mujer es la que trabaja la tierra. Si no hay involucramiento de las mujeres no puede haber desarrollo». Amélia dice con orgullo: «Las y los que perdieron sus tierras siguieron trabajando gracias a mí, porque yo estuve allí para brindarle apoyo a las mujeres de la Asociación».
Namaacha adopta la agroecología y la agricultura comunitaria
La abuela de Herculano Agostinho Macaringue comenzó a cultivar en Namaacha en 1962, pero tuvo que dejar su hogar 10 años después porque una represa cercana corría riesgo de colapsar. Ahora, Herculano tiene la custodia de la tierra.
Él y sus vecinos de la Asociación emprendieron un proyecto de agricultura colectiva basada en la agroecología. A medida que van ensayando y comprobando qué plantas prosperan en su ecosistema local, comparten los conocimientos adquiridos con otras personas.
A diferencia de la agricultura industrial, la agroecología imita los procesos naturales, dando lugar a una agricultura de autosuficiencia con una mayor diversidad de cultivos.
«No usamos agroquímicos, trabajamos con compost orgánico de pasto y estiércol de animales. Sabemos que los agroquímicos empobrecen la tierra, no queremos tierras empobrecidas, siempre queremos que nuestras tierras sean ricas, y por esto usamos otros tipos de nutrientes», afirma Herculano.
«Estoy produciendo lechugas, un poco de repollo, cebolla, también hay frijoles, bananas, tengo frutales, mandarinas, lichi. Tengo un poco de caña de azúcar y como ves tengo papayos. Los árboles de mango ya son viejos, en algún momento tendré que cortarlos y remplazarlos con nuevos, para dinamizar las cosas».

Aprender nuevas formas de manejo del suelo
El presidente de ANRAN, Rafael Paulo Langa, dice que la organización quiere cambiar los hábitos agrícolas que son perjudiciales para el medioambiente.
«A medida que se acerca la temporada de cultivo, aquí generalmente se queman los pastizales y se destruye todo, todas las plantas y pastos», dice Rafael. «Para los niños, vamos a construir aulas donde les enseñaremos por qué no está bien hacer roza y quema, por qué es tan importante no quemar, y enseñarles técnicas simples y básicas – el nombre de las plantas, cómo se reproducen después de cortarlas, cómo hacer viveros».
Mientras siguen ensayando en sus campos experimentales cuáles son las mejores especies, la comunidad está pensando en su futuro, y cómo pueden aumentar la producción para alimentarse y desarrollar medios de sustento amigables con la biodiversidad.
Cabe destacar que las/os residentes de Namaacha ahora saben lo importante que son el acceso a la tierra y la seguridad en la tenencia de la tierra para poder seguir practicando la agroecología.
Sostiene Rafael: «Justiça Ambiental nos enseñó cómo defender nuestras tierras, qué debe hacerse para garantizar el acceso y la tenencia segura de la tierra y reducir los conflictos, ya sea con el Estado o entre nosotras/os».
«Entre la mucha gente que vive aquí en el medio rural, quienes pueden hacer agricultura son los Boers (sudafricanos) y otros inversionistas nacionales o extranjeros, pero no sabíamos que nosotras/os mismos/as podíamos trabajar nuestra tierra. Ahora, con el apoyo de Justiça Ambiental verán que nosotros podemos hacerlo también».

Aún quedan batallas por librar, pero la victoria está cerca
Muchos miembros de la aldea alegan que algunos integrantes del consejo municipal anterior son corruptos, y la Asociación pudo promover un candidato de la sociedad civil en las elecciones de octubre de 2018. Si bien la Asociación no obtuvo ningún escaño, afirman que tienen una buena relación con el nuevo consejo municipal. El papeleo todavía se está finalizando, pero la municipalidad acordó cederle a la Asociación una hectárea de tierras para el cultivo de árboles y cultivos nativos.
La suspensión del proyecto de expansión urbana de Cocomela fue una victoria, pero las/os campesinas/os afectadas/os continúan viviendo con incertidumbre, ya que la municipalidad aún no les devolvió oficialmente sus tierras. Cuando la comunidad de Namaacha fue desalojada, las tierras de cultivo estaban divididas con cercas de cemento en 130 parcelas de 900 m2. La comunidad sigue teniendo que cultivar en torno a estas demarcaciones. JA! está trabajando por la eliminación de esas demarcaciones y para garantizar una reunión en la que la devolución de las tierras se oficialice.
«Individualmente no es fácil hacerlo, pero de forma colectiva, como asociación, es posible», explica Herculano.
A través de su lucha, las/os residentes de Namaacha han fortalecido su compromiso de defensa de sus derechos y por la protección del medioambiente.
«Cuando las comunidades están organizadas, es mucho más fácil para ellas luchar por sus derechos. Ha sido una tarea muy difícil porque hay mucha intimidación. Pero cuando las comunidades mismas saben cuáles son sus derechos, que la tierra les pertenece, y cuán importante es que ellas contribuyan a la lucha, es muy útil», subraya Gizela, de JA!.