Colectivos aluden a la presión de última hora de la industria cárnica en la versión final de la estrategia «Del campo a la mesa».
El ejemplo de los datos del consumo de carne en España, 275 gramos por persona al día, es revelador. Los científicos están recomendando actualmente que no se consuman más de 300 gramos… en toda la semana. La cifra la recordaba Greenpeace al hilo de la reciente polémica alrededor de la estrategia europea denominada «De la granja a la mesa» o «Del campo al plato».
Ante el volumen de negocio del sector cárnico parece extraño que la propia Comisión Europea tenga que invertir parte de su presupuesto en engrasar proyectos de publicidad de productos cárnicos. Un borrador filtrado recientemente exponía que la UE podría dejar de pagar esas publicidades, aunque ha desaparecido del documento final. El sector cuenta de hecho con un importante apoyo de la Política Agrícola Común (PAC), ya que la UE gasta aproximadamente una quinta parte de su presupuesto total, entre € 28-32 mil millones al año, en la ganadería y en la producción de alimentos para el ganado.
Tal y como señalan desde el colectivo ecologista, en la propuesta de estrategia alimentaria europea publicada este 21 de mayo de 2020, la Comisión Europea ha reconocido el impacto que la sobreproducción y el consumo excesivo de carne tienen sobre la salud, la naturaleza y el clima, «pero no propone ninguna medida para reducir su producción y consumo».
Decepción con la falta de ambición verde del proyecto
«El Acuerdo Verde Europeo hasta ahora ha demostrado que puede tener una estrategia de crecimiento o puede tener una estrategia que aborde genuinamente las crisis ecológicas, climáticas y agrícolas», analiza Mute Schimpf, experto en alimentación y agricultura de Friends of the Earth Europe, «La estrategia Farm to Fork demuestra que no se pueden tener ambas cosas: poner etiquetas de eficiencia energética en los refrigeradores no detuvo el colapso climático y poner etiquetas ecológicas en nuestros alimentos no detendrá el colapso ecológico».
Tal y como analizan las asociaciones ecologistas, el documento se ha quedado muy corto. Por ejemplo, mientras miles de ciudadanos habían firmado en apoyo de un objetivo de reducción del 80% en el uso de pesticidas hasta 2030 y una eliminación total para 2035, la UE ha decidido dejarlo en un 50% hasta 2030.
Tampoco se ha elaborado ningún plan de acción específico para reducir la producción y el consumo de carne industrial y otros productos animales. Solamente se menciona la sustitución de las importaciones de piensos por ‘aditivos innovadores’ y el desarrollo de ‘materiales de alimentación alternativos’, así como una serie de propuestas para mejorar el etiquetado y la información al consumidor. También se ve muy críticamente el debilitamiento de la vigilancia sobre los organismos genéticamente modificados. En conjunto, lamenta Friends of the Earth Europe, «los ejecutivos de agronegocios dormirán bien esta noche».
La UE debe admitir la realidad de la ciencia respecto al problema
Paradójicamente, coincidían en el tiempo en este ecuador de mayo de 2020 la publicación de la estrategia de biodiversidad de la Comisión Europea junto con la mencionada estrategia «Del Campo a la Mesa». La ironía es que si bien se admite la relación entre la destrucción de los ecosistemas y la aparición de nuevas enfermedades como la Covid-19, no se llega al fondo del asunto. «Ambas estrategias no logran vincular la ganadería industrial con el riesgo de transmisión de enfermedades, especialmente las explotaciones de aves de corral y cerdos, donde los animales se mantienen en números muy altos y confinados, y se transportan a través de grandes distancias, lo que aumenta este riesgo», advierten desde Greenpeace.
En la misma línea, Amigos de la Tierra señala que la agricultura y la ganadería industrial están ocasionando una crisis ecológica sin precedentes. Frente a esta realidad, es reprochable que la estrategia «Del Campo a la mesa» evite afrontar el problema: «Debería centrarse en las medidas que pueden hacer frente a esta situación: apostar por reducir la producción de carne industrial, promover la ganadería ecológica y extensiva, fomentar la agroecología en todas sus vertientes, así como priorizar los circuitos cortos de comercialización, entre otras».