«Esclavos modernos» en los mataderos estadounidenses

Operario camina entre animales muertos colgados en matadero
Foto: Midwest Center for Investigative Reporting

Los gigantes de la industria cárnica, con apoyo del gobierno, endurecen las condiciones de trabajadores en plena pandemia.

En el momento de escribir estas líneas, 8 de mayo de 2020, la última hora del Midwest Center for Investigative Reporting arroja un balance drámatico: se suman al menos 11.500 casos positivos vinculados a instalaciones de envasado de carne en al menos 170 plantas en 29 estados, y al menos 49 muertes de trabajadores en 27 plantas en 18 estados.

La lectura completa de estos impactantes datos hay que relacionarla con los pronunciamientos desde los grandes gigantes industriales de la carne en Estados Unidos presionando a las administraciones. Así, de forma paralela, el ejecutivo de Donald Trump, con la invocación de la llamada Ley de Producción de Defensa, dio cobertura legal para que estas instalaciones permaneciesen abiertas a toda costa, pese a que algunas habían anteriormente detenido sus operaciones frente a los elevados niveles de propagación entre trabajadores.

Ingentes beneficios y creciente precarización

Dos reporteros del diario The Guardian ponían voz a los empleados a pie de factoría en este contexto, bajo un titular revelador: «Somos esclavos modernos». Según denuncian, la coyuntura se está aprovechando para precarizar todavía más las condiciones de los trabajadores.

«Durante más de un siglo, la industria del envasado de carne ha sido un símbolo de cómo las corporaciones pueden explotar a los trabajadores en nombre de la eficiencia. El brote de Covid-19 ha abierto otro capítulo». La investigación recoge las declaraciones de la socióloga Lourdes Gouveia, que ha estudiado la industria del envasado de carne durante tres décadas. La experta explica que la industria ha perfeccionado una fórmula que le permite maximizar las ganancias mientras produce carne con mano de obra de bajo coste, en su mayoría inmigrantes, en condiciones inseguras.

«No están ofreciendo a nadie ninguna discapacidad, ni desempleo, ni tiempo libre», explica un trabajador, lamentando que incluso ir al baño es la mayoría de los días un problema durante la larga jornada de trabajo.