El ser humano decidirá sobre el planeta: o «transformaciones profundas» o «colapso»

Personas avanzan hacia un precipicio mientras miran al cielo
Comenzamos a vislumbrar el inicio del agotamiento de los recursos energéticos y materiales, así como los primeros efectos del cambio climático y de la pérdida de la biodiversidad. En este contexto, mantener la espiral de producción y consumo propia del capitalismo no hará más que acelerar la crisis sistémica. Pero no sólo está en profunda crisis la biosfera, sino también el capitalismo global, que está llegando a sus límites.

Los cambios por emprender son de tal envergadura que requieren de un enfoque sistémico, en el que lo económico, lo político y lo cultural se articulen en una nueva configuración social que trascienda ciertos mitos e instituciones que arrastra la Modernidad. El camino no será fácil de encontrar ni de recorrer, pero no afrontar los desafíos puede facilitar el ascenso de nuevos autoritarismos o fascismos basados en el acaparamiento de unos recursos que serán cada vez más escasos, y que de hecho ya están creciendo a ambos lados del Atlántico.

Para mostrar esta realidad y ver cómo afrontar una situación de colapso ecológico, social y económico, desde Ecologistas en Acción han publicado la versión actualizada de su informe ‘Caminar sobre el abismo de los límites’, en el que se recogen datos publicados en los últimos meses por la comunidad científica.

Sectores clave en el desarrollo y declive de nuestras sociedades petrodependientes

Para mostrar cómo la situación de crisis global actual incide en la vida de una ciudad y presentar diferentes proyectos alternativos que la abordan, Ecologistas en Acción organizó el pasado martes 1 de octubre una visita a cuatro puntos de Madrid donde se abordaron los sectores clave en el desarrollo y declive de nuestras sociedades petrodependientes:

1. Energía. En la actualidad, nuestro modelo energético se muestra completamente insostenible, ya que es tremendamente dependiente del petróleo y otros combustibles fósiles, cuya extracción tiene altísimos costes ambientales y sociales, principalmente en los países del Sur global. Además, todos los estudios indican que nos dirigimos hacia el cénit de las fuentes de energía no renovables que se une al descenso de la tasa de retorno energético (TRE), el cociente entre la energía obtenida y la energía invertida para ello.

Ante este horizonte, plantear la sustitución de unas fuentes de energía no renovables por otras es difícil, pero precisamente por la urgencia de la situación, más que nunca se vuelve imprescindible apostar por un nuevo modelo energético sustentado por energías renovables y que responda a la premisa de justicia social y ecológica. Asimismo, es necesario avanzar con celeridad hacia una economía descarbonizada donde la ciudadanía sea partícipe de la energía producida y consumida.

2. Alimentación. El modelo de agricultura industrial que, a partir de los años 1960 se ha extendido en todo el mundo, se ha basado en la introducción masiva de petróleo, fósforos de origen mineral, fertilizantes químicos, pesticidas y maquinaria industrial, en la producción de alimentos.

Además, la introducción masiva del petróleo ha convertido al sector primario, contra toda lógica, en un sumidero de energía y tiene fuertes impactos sociales. Sobre todo en sociedades campesinas y rurales que han visto cómo se transforma su modelo de producción de subsistencia en un modelo de monocultivos derrochador y devastador para los suelos y para las comunidades humanas (sobre todo de los países sometidos a dinámicas de extractivismo neocolonial, los llamados países del Sur global). En contraposición, se ponen en el centro las propuestas que la agroecología lleva defendiendo desde hace ya más de tres décadas.

3. Vivienda. El modelo de vivienda convencional está basado en el hormigón armado y el ladrillo, que son fuertemente dependientes de combustibles fósiles en su fabricación. En el contexto español, la vivienda se ha convertido en un bien claramente sobredimensionado (263.000 viviendas vacías en la Comunidad de Madrid). Esto produce que la entrada en la Comunidad de Madrid de materiales para la construcción fuese de 10,4 millones de toneladas en 2015, solo por detrás de los alimentos y las manufacturas. Unas tasas claramente por encima de la capacidad de reposición ecosistémica.

Además, este es un modelo claramente excluyente, con un acceso a un bien básico como la vivienda muy complicado para una parte importante de la población (el porcentaje que la renta de la casa representa sobre lo que las personas inquilinas ingresan mensualmente es de del 49,1 % de media) y está controlado por el sector bancario y financiero. Ante este escenario urge apostar por modelos ecológicos y socialmente responsables, más allá del modelo de propiedad privada, como es el caso de Entrepatios, que construye desde el tejido comunitario lazos para una vida más consciente y en común, .

4. Agua. Las grandes ciudades como Madrid son grandes consumidoras de un bien básico para la vida: el agua. Por lo tanto, necesitan grandes infraestructuras cuyo mantenimiento requiere de una considerable inversión energética. El crecimiento urbanístico de la ciudad y la región no ha sido planeado para el ahorro de agua, de hecho no se habla de un límite de población en los que se pueda garantizar los recursos que ésta necesita. Así, la dinámica desde los años 60 ha sido construir urbanizaciones con usos despilfarradores, grandes centros empresariales y comerciales o campos de golf.

Madrid también es un gran emisor de aguas residuales que deterioran los ríos: el 40 % del agua que sale de la Comunidad de Madrid son aguas grises que han pasado previamente por la depuradora. Esto da idea del sobreuso de este recurso básico donde no hay separación de aguas pluviales y residuales y donde no se está abordando la depuración de todos los contaminantes del agua, como por ejemplo los alteradores hormonales.

Frente a esta dinámica, las propuestas para fortalecer los ecosistemas deben pasar por recuperar los valores ecológicos de los ríos urbanos. Propuestas como la renaturalización a partir de la eliminación del represamiento, la creación de orillas e islas y la repoblación con vegetación autóctona que genere los ecosistemas asociados al río son decisivos para incrementar la biodiversidad. Sin estas condiciones no podremos tener acceso a un agua de calidad.

Vanessa Álvarez, portavoz de Ecologistas en Acción: “Como sociedad tenemos ecodependencias muy marcadas que, en un escenario de emergencia climática y social de este calado, nos coloca en una situación de vulnerabilidad. Pero no quiere decir que no se puede hacer nada. Estamos en un momento histórico apasionante, con muchas posibilidades abiertas; los colectivos sociales y ecologistas podemos conseguir que se tomen las políticas adecuadas y se redirija el camino que estamos siguiendo”.

Pulsa aquí para descargar el informe Caminar sobre el abismo de los límites. Políticas ante la crisis ecológica, social y económica