La práctica más habitual es usar dos colibríes, uno macho y otro hembra. Las aves se unen usando diversos métodos, incluídas prendas, a veces incluso ropa interior, y se introducen en un pequeño saco que se llena con miel. La presunta relación de la especie con el ritual amoroso tiene que ver con su procedimiento para tomar el néctar de las flores para atraer a otros congéneres y también con su supuesta evocación fálica.
La moda de estos rituales que usan colibríes ha llevado a que hasta cinco de las 58 clases de colibríes de México estén ya en categorías de riesgo para su supervivencia como especie. Mercados en pueblos y ciudades con puestos de productos de «brujería» y supersticiones varias incluyen habitualmente ejemplares de la llamada «ave del amor» o de la «fertilización». La moda ya ha cruzado la frontera, y se estarían exportando estas aves a Estados Unidos para vender estos supuestos amuletos también en aquel país.
El caso ha sido ampliamente difundido desde que Rene Ebersole le dedicó un reportaje en National Geographic. Pese a que la legislación mexicana ya protege al colibrí, esto no está evitando que la especie esté siendo masivamente masacrada con la «excusa del amor».