BirdLife denuncia la «crisis asesina» anual que sufren 25 millones de aves en el Mediterráneo

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Una investigación con sorprendentes descubrimientos que afecta también a norte de Europa y Cáucaso.

«Cuando hice las sumas por primera vez y me di cuenta de cuántos millones de pájaros morían cada año, mi primer pensamiento fue: ¿cómo es posible que todavía haya pájaros en el cielo?». Así recuerda la doctora Anne-Laure Brochet la investigación que dirigió en 2015, publicada bajo la forma de artículo científico en la revista Bird Conservation International y transformada en el informe titulado The Killing. Esta investigación documentó las evidencias de la masacre de aves en los países de la orilla mediterránea. Y dos años más tarde, la investigación se amplió con conclusiones igual de desoladoras afectando a países del norte de Europa y del Cáucaso.

«La mayoría de los gobiernos minimizan el tema en lugar de abordarlo de manera neutral sobre la base de la evidencia», explica Willem Van den Bossche, representante de BirdLife. Pero ornitólogos de todo el mundo y miembros de organizaciones como SEO/BirdLife han documentado masivamente numerosas prácticas en muchos países. En una información reciente, Van den Bossche ha relatado por ejemplo como estuvo a menos de dos metros de un cazador furtivo que usaba una ametralladora M16 para disparar al gran pelícano blanco Pelecanus onocrotalus en Israel.

¿Por qué se matan pájaros en números tan insostenibles?

Las circunstancias varían entre países, regiones y especies, pero según explican la mayoría de aves son sacrificadas ilegalmente por comida y por el mal llamado «deporte». Entre los ejemplos expuestos están la predilección en varios países por poseer como trofeos aves rapaces muertas. En el mencionado informe se cuenta que las matanzas ilegales impulsadas por el «turismo de caza» son masivas en toda Europa central, donde la legislación de caza se aplica apenas o de manera ineficaz.
En cualquier caso, la variedad de aves muertas es sorprendentemente grande, y el impacto en sus poblaciones es potencialmente catastrófico. El ejemplo más aterrador y tangible que citan es la tórtola europea. Más de un millón son asesinadas ilegalmente cada año, y esto a pesar de la asignación que se otorga legalmente. En términos numéricos, las aves acuáticas, las aves marinas y los paseriformes se encuentran entre los más afectados por la matanza ilegal. Las especies de reproducción lenta, como las rapaces, también sufren desproporcionadamente.

«Un niño agarra un puñado de Oriolus oriolus euroasiáticos: busca compradores para su transporte. Lo que parece una red de pesca se hunde en el suelo en un mercado, pero su contenido se retuerce aviar, no acuático: Oenanthe oenanthe. Una pequeña jaula está repleta de más Streptopelia turtur de lo que algunos observadores de aves ven en una década. Una Sylvia curruca cuelga de una rama, los dedos de los pies atrapados en una sustancia similar al pegamento. Cuatro hombres armados muestran con orgullo los cadáveres de 30 cigüeñas blancas Ciconia ciconia». Las imágenes son abundantes y repugnantes, y las especies capturadas son tan variadas como los países en los que ocurre la matanza ilegal de aves.